Peris

No és tant la derrota davant la segona unitat d’un equip de Segona. És la sensació, el pesimisme traslladat a l’absència de frescor quan es juga. El desencert de Batshuayi al regal del primer minut podria ser l’exemple de tot el que li està passant a l’equip. El jugar amb una soga al coll, amb les cames engarrotades i amb gens de claredat a l’hora de lliurar una de les sort tècniques més primàries del joc colectiu: les passades.

Molt poques coses positives cal extraure. Més enllà de la bona pinta que té Kang In, que ha adelantat a Ferran sense dubte, i el nivell de Parejo y Gayà. Esportivament, es té un problema d’eficacia i de solidesa defensiva, cosa que semblava consolidada, però que ha caigut com un castell de cartes al mínim bufit d’aire.

Cal demanar responsabilitats. Ja no hi ha cap temps afegit al que agarrar-se. Preguntar des de la direcció del club al tècnic perquè l’equip no funciona més enllà del que es diu a les rodes de premsa. Revisar el seu llibre de jugades, si cal. I si les respostes son satisfactòries, pendre les mesures corresponents. Siguen les que siguen. Perquè ja no valen més empats ni més excuses per a no sumar de tres. I això només es pot des de la millora de rendiments individuals. I si Marcelino no pot fer-ho, que se’n vaja. Que és molt diferent a cessar-lo.


Sergi Calvo

Si. Cierto. El Valencia no ha tenido acierto cara a portería rival, el partido debería haberse finiquitado en un 1-4 o 1-5 de manera sencilla pero no ha sido así. Y podríamos decir que fútbol es fútbol y que una mala noche la tiene cualquiera pero ya no es así, hace tiempo que dejó de ser así.

Este equipo está muerto y ya no hay que pensar en otra cosa que en que esta pesadilla acabe pronto y que lo haga sin algo extraordinariamente grave. La copa o la EL dan exactamente igual, hay que conseguir 42 puntos. Y que llegue el verano y se lleve, ojalá, por delante entre espumas de mar todo éste desastre. No hay otra.

El equipo cada vez juega peor y los resultados cada vez son más vergonzantes. Lo peor: que parte importante de los problemas y causalidades de esta situación no tienen remedio inmediato ni solución. El problema es muy serio.

Tal vez, cuando vuelva Guedes (si vuelve en un estado de forma digno) o se reactiven Kongdobia o Coquelin, el equipo reciba algo de oxígeno para sobrevivir a la UCI terminal en la que se encuentra pero poco más. Lo que empezó siendo un cortocircuito ha derivado en un incendio devastador que ha arrasado con todo.

La crónica del partido es sencilla: en este deporte vence quien mete más goles. El Gijón (los suplentes de un equipo que lucha por mantener su lugar en segunda división) metió dos, en la cazuela, rematando y dentro. El Valencia no, no sabe rematar las pocas, muy pocas ya que acaba generando. No hay excusa ni coartada. El partido frío de bajísimo nivel y ganado por el equipo que le puso más ganas y tuvo más acierto. Punto final.

Desastroso un Ferran Torres que carece de la ambición de una juventud que presupone descaro y voluntad y que se materializa en un jugador que no encara ni a una anciana de residencia. Soler es incompatible con Parejo por el centro, o uno u otro, pero los dos juntos no pueden carburar. No más “aperturas de Vezo a la banda de Piccini” por favor, ni despistes en la marca de un Diakhaby que a veces es Mangala pero otras, bastante frecuentes, no es más que Aderllan.

Y arriba: es meter gol, dentro de la portería, como sea, pero dentro de la portería, por favor.

La broma de Batshuayi ya ha durado bastante.

8 de enero. Así estamos.

Olvidemos todo lo que no sea sumar 42 puntos en liga, lo antes posible.

Y que acabe esto.

Ya.

Pd. El Centenari no tiene nada que ver con la situación deportiva. Que sea una lástima que no acompañen los resultados no hace que esta efeméride sea un atenuante a este desastre o un agravante. Disfrutémoslo, porque sí y hoy, como evasión o refugio. Lo que nos dejen. Lo deportivo, el presente, va aparte y es otra cosa.


jamacuco

Adiós Marcelino.

Cuando anunciaron tu contratación el año pasado no estaba especialmente satisfecho. No me gustas como entrenador.

Sin embargo, visto el fulgurante primer tercio de temporada tuve que reconocer que estaba equivocado. Tu sistema funcionaba y los jugadores estaban enchufados. Genial.

A partir del mes de enero del año pasado empezaste con las excusas, con rotaciones incomprensibles y con declaraciones que denotaban falta de ambición. ¿Canguelo? ¿Incapacidad de gestión de la plantilla? ¿Miedo a perder lo conseguido? ¿Mal de altura? No lo sé, pero el espíritu del equipo cambió y costó más sacar los partidos, aunque el buen estado de forma de varios jugadores siguió sacando los partidos. Hasta Sevilla. Aquella gran victoria contra el Sevilla.

Desde entonces los paños calientes y la falta de ambición han sido una constante. Desde la dirección te renovaron y te dieron todo el poder deportivo, obviando esa situación que ya traslucía aún con la clasificación Champions en el bolsillo. La ley del fútbol lo llaman. Y casi todo el mundo lo aplaudió. Desgraciadamente la preparación de la temporada fue deficiente, la selección de refuerzos fue desacertada y el juego cada vez más ramplón. La temporada empezó torcida. Muy torcida.

La paciencia de la gente ha sido inconmensurable. Ha comprendido y ayudado, pero la mejora no apareció. Más bien al contrario. Llegados a la actual situación, con el equipo en continua regresión, con la totalidad de los jugadores bajos de forma, sin espíritu competitivo, sin alma ni carácter, temeroso y sin ambición, perdido y hundido.

Ha llegado el momento de decir adiós. Yo por mi parte lo hago ya, antes de que sea oficial. Da gracias de haber formado parte de la historia de este club centenario, aunque no ha sido con los resultados que todos hubiéramos deseado, pero hazte a la idea de que no vas a seguir. El partido contra el Valladolid no va a decidir nada. Mejor que ya no lo dirijas. No es nada personal contra ti, es sólo por el VCF. La ley del fútbol lo llaman.

Adiós Marcelino.

Amunt


 

 

Ilustración del artículo vía valenciacf.com

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