jamacuco

Realizar una breve valoración de lo que ha significado esta nefasta temporada para el VCF y el valencianismo es fácil: desastre absoluto. Los números finales del equipo ahí están, la falta de estructura deportiva no válida en un equipo de élite, la inexistencia de canales de interlocución y comunicación con el entorno, o la sensación de bailar al son que marca un máximo accionista alejado física y emocionalmente del aficionado general son realidades en las que el valencianismo ha convivido en los últimos meses. Parece mentira que de la euforia de hace un año, impregnados del espíritu del Centenari y embriagados con una Copa tan anhelada como inesperada, hayamos pasado a una situación de guerra civil larvada. Pero si alzamos un poco la cabeza y miramos con perspectiva nos daremos cuenta que ahí reside el principal problema que tenemos.

Desde hace años, sino décadas, el entorno valencianista se ha convertido en Beirut. La antigua Suiza de Oriente Medio, hoy es territorio medio en ruinas, medio en reconstrucción, divido en múltiples facciones sociales, gobiernos oscilantes y amenazante vigilancia desde el exterior. Se trata de un hábitat propicio para francotiradores y pistoleros, caceroleros y estraperlistas, buscadores del mal ajeno más que del bien propio, coleccionistas de medallas, carroñeros varios…

Orgullosos de un profundo legado, tanto los beirutíes como los valencianistas aún sienten las mieles de la opulencia endulzando el paladar, mas ya no en el estómago y, en medio del caos guerracivilista, muchos de ellos se agrupan intentando erigirse como faro, como atalaya del sentiment más puro, anhelando proporcionar un salvavidas emocional que nos dote de esperanza de un futuro en el que todo será néctar y ambrosía. Pero no, la realidad es tenaz. Las sirenas siguen atronando, los tiros silbando, los niños llorando… la ambulancia está en camino y la UCI preparada con respiradores y los monitores de soporte vital encendidos.

En este eterno juego nadie gana, sólo uno pierde. De hecho ya ha perdido. El VCF ha muerto, al menos el que conocimos. Ya murió hace tiempo, puede ser entre aquellas risas en las colas de venta de acciones a Soler mientras pensaban dónde se iban a ir de vacaciones aquel verano. O quizás sobre las moquetas de políticos de poca monta sin escrúpulos reunidos con gestores bancarios corruptoides. O entre las redacciones de unos medios paniaguados inconscientes de su propia putrefacción; o es posible que entre el silencioso meninfotisme de una mayoría. No lo sé, los disparos y bazookas llevan tanto tiempo sonando que nublan la capacidad de hacer análisis más racionales. Sólo sé que hasta que este problema (problemón) no esté solucionado, la teoría del eterno retorno que propugnaba Nietzche seguirá siendo la filosofía que rija este club y este entorno.

Y sí, podría hablar de lo malos gestores que son Meriton (mejor decir directamente Peter Lim, dado que realmente todo pasa por él, no por una organización no-organización que tiene la mayoría accionarial); o que Anil Murthy desprestigia la figura de Presidente del VCF casi cada vez que hace declaraciones o cada vez que no las hace cuando debiera hacerlo; o que la destitución de Marcelino fue hecha a destiempo, a pesar de que su exceso de egocentrismo y hambre de poder le habían hecho cavarse su tumba deportiva hacía meses (todos sabíamos que sólo un milagro y el absoluto respaldo de Alemany le salvaron de la destitución en enero, y que la pérdida de la confianza de la propiedad, los medios y la afición era un hecho por mucho que después cambiaran las tornas); o que la plantilla se ha comportado de una forma infantil y poco profesional durante muchos meses, desatendiendo sus obligaciones como se les exigía mínimamente; o que Celades no estaba preparado para este entuerto y menos con una rebelión en el vestuario y un ambiente envenenado en el entorno; o que el despido de Alemany fue el mayor de los errores de la temporada, porque lastró toda posibilidad de cambio racional en plena marcha y a su vez cercenó las posibilidades organizativas de cara al futuro, ya presente, cercano.

En definitiva, el Valencia C.F. necesita un reset completo. De arriba a abajo, de izquierda a derecha, de dentro a fuera. Y soy pesimista, no veo a nadie que lo pueda realizar ni veo el dinero que lo pueda posibilitar. Mientras tanto, tenemos que aguantarnos aunque no sean sólo dos meses.

Cuidaos!! Buenas vacaciones y Amunt Valencia!!

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