VCF 0 – RSG 1 | Dame veneno que quiero morir El VCF ha vuelto a perder en Mestalla. Otra vez contra un equipo de los de abajo. Otra vez mostrando una inofensividad desconcertante. Así hemos visto esta nueva debacle.

Drakul

El Valencia este año va a ser penalizado en cada uno de sus errores y no va a sacar provecho de sus aciertos. No quedan mas palabras que puedan explicar esta tremebunda racha que lleva al equipo hacia un desfiladero sin frenos ni soluciones. Hoy el Sporting nos ha inquietado dos veces en todo el partido, una de ellas, en un error infantil de Danilo que nos ha costado un penalti. Los críticos dirán que «está claro» errores de un equipo demasiado joven y yo diré que no estoy de acuerdo. Hoy Danilo aprenderá de su error y mañana será mejor, sin embargo de los errores groseros de Negredo, que aun nos cuestan mas el partido, ya no han aprendizaje, hay otra oportunidad perdida.
Defiendo y defenderé que este equipo necesita a De Paul o a otro de su perfil. Me quedaré con la incógnita de saber que haría el chaval argentino con los minutos de Piatti o con los minutos de un Andre Gomes, que está convirtiéndose en un jugador absolutamente intrascendente, incapaz de desequilibrar, de dar un cambio de juego o de meter un balón de gol para un compañero. La única buena noticia del partido es la mejora clara y evidente de Abdennour y Gayà, que siguen avanzando partido a partido. Ojalá los Negredo, Parejo, Barragan, Piatti… esos que por edad y galones debieran tirar de este equipo hubieran mejorado en la misma medida.
No veo solución a un equipo donde los líderes no lideran y los niños hacen niñerías. Ni jugando medio bien, como hoy, conseguimos derrotar a un modesto Sporting de Gijón que sacó mucho mas premio del que vino a buscar…

Hoeman

Probablemente los primeros 20 minutos del partido han sido los mejores de la era Neville, con juego combinativo, asociaciones y desmarques al espacio. A ello ha contribuido el jugar con dos extremos abiertos (Piatti y Feghouli), que al mantener el campo abierto, facilitaban la creación de espacios y multiplicaban las opciones de pase. Lástima que las ocasiones creadas no se materializasen. A partir de entonces, como viene siendo costumbre limiana, los che perdieron el control del partido y el Sporting se hizo dominador aunque sin crear ocasiones claras. Ya en los últimos minutos hubo un repunte valencianista sin consecuencias en el marcador. El partido se decantó por los fallos individuales, los de un verdísimo Danilo y los de un pasadísimo Negredo, que por desgracia se vistió de Negado. El Valencia tuvo ocasiones para remontar -en una segunda parte mediocre, de quiero y no puedo- pero hoy tampoco estaba preparado el equipo de Neville.

Si bien es cierto que este partido no mereció perderlo el Valencia, el yuppismo y la chulería que desprende Neville en rueda de prensa no ayuda a que sintamos empatía y nos haga estar esperanzados acerca de su capacidad. No es de recibo que diga que no encuentra explicación al resultado obtenido, como si unos extraterrestres hubieran visitado Mestalla y amañado el marcador; eso en mi casa es echar balones fuera y no asumir responsabilidades como «jefe» del vestuario. Tampoco que mienta como un bellaco y diga que no sabe nada acerca de los posibles fichajes, posiblemente por orgullo mal entendido. O que se jacte directamente de que «le vamos a ver y escuchar en muchas ruedas de prensa» o que siempre incida en un tono de superioridad que al llegar a casa «vuelve a ver los partidos» (le tendremos que dar un pin por soportar tamaño esfuerzo). La guinda es cómo se ha encarado con soberbia con el periodista Jordi Gosalvez (que no es santo de mi devoción) y a su vez se proclamaba con su respuesta portador del sentimiento valencianista (la paja en el ojo ajeno), presuntamente ofendido porque le han preguntado si temía por su puesto. Lo que indica que el inglés sigue en los mundos de Yuppi y que se sigue pensando que entrena al Bury, pero hasta el Bury tiene que ganar partidos para salvar la categoría.

Pánico.

Lobo

No sabe uno ya qué escribir, ni qué pensar, ni qué exigir. Hoy he salido de Mestalla mudo, con la cabeza gacha, acojonado. Gary dice que él va a dormir tranquilo, pero yo no creo que pueda. El miedo es ya inevitable. Este temporada asquerosa se está convirtiendo en un puto delirio. Ya no es la mala planificación, ya no es el entrenador novato absoluto, ni el juego. Son las sensaciones. Está pasando algo grave, mucho, que tiene al equipo desquiciado. Lo único que se me ocurre es que alguien nos ha echado una maldición. Es absurdo, lo sé, pero no encuentro otra explicación. Ni jugando peor que mal estás 11 partidos sin ganar. Una dinámica ponzoñosa de la que cada jornada va a ser más y más difícil escapar. Se ve en la grada y en las redes, en la que los aficionados estamos tan de uñas que hasta acabamos discutiendo entre nosotros.

No pasa nada. Que no fichen, seguiremos con lo que hay. Que se preocupen por la Copa mientras nos vamos para abajo miserablemente, que ya se ocuparán en la Federación de salvarnos el culo. No?

Divago, ya lo sé. Es que no sé ya qué escribir, ni qué pensar, ni qué exigir. Estoy hundido. Muy jodido. Muerto de miedo.

jamacuco

El partido ha servido para disipar dudas. El VCF va a luchar por evitar el descenso. Tiempo habrá de analizar la gestión de Meriton y su máximo accionista Peter Lim, que de forma caprichosa dinamitó el club desde dentro el pasado verano y que no ha tomado una buena decisión deportiva y social; desde la nefasta política de comunicación del club hasta la errónea e infantil idea de poner al frente del vestuario a un inexperto entrenador, a más inri desconocedor del club, entorno y liga, incluso del idioma, para remontar la nefasta planificación y gestión dejada por el también «meritoniano» Nuno. Por resumirlo corto y rápido, el VCF se ha convertido en un zombie, un muerto viviente, un walking dead desde el mes de Julio. Espero a final de este suplicio de temporada para rendir cuentas.

Hoy, contra el Sporting, el VCF se jugaba mucho. Tenía que ganar. Sí o sí. Puso todo lo que tiene, jugó para ganar y generó ocasiones que un exfutbolista,  que sigue cobrando una buena pasta todos los meses, se dedicó a desaprovechar una tras otra. Pero perdió, con un gol de penalty (tonto) y sin apenas ocasiones en contra. ¿Injusto? Para nada. El fútbol es así. Y ahí está el problema. El VCF lo tenía todo para ganar, hizo todo lo que sabe para ganar, el entrenador hizo cambios para ganar…. y perdió. Por lo tanto tenemos un gravísimo problema. El equipo no sabe ganar, quizás lo ha olvidado, y no lo hace ni cuando más necesario es. Nadie pedía jugar bonito, nadie pedía una goleada. Se pedía ganar a uno de los colistas y disipar fantasmas. Y, como digo, se perdió y los nervios van a saltar a flor de piel. Mal pinta la cosa.

Dice el «rookie» (novato) Gary Neville, que antes se jugaba mal y ahora se juega bien. Y puede que alguien le siga en esa idea. Para mí es mucho más preocupante. Cuando el equipo jugaba mal y perdía o sacaba un empate «in extremis» siempre quedaba la esperanza de que jugando un poco mejor, el equipo saldría del atolladero. Ahora se comprueba que no, que ni jugando de forma decente y creando un puñado de ocasiones claras, el equipo es capaz de ganar a un equipo recién ascendido. Todo indica que el comentarista inglés no es capaz de revertir esta situación. Nada nuevo, por cierto. Lo extraño hubiera sido lo contrario. ¿O no Meriton? Supongo que el próximo cambio será sustituir a la experta Lay Hoon por una cara joven y fresca con dotes de liderazgo que salga en la próxima promoción de Harvard o Yale y que haya practicado el fútbol en el campus universitario. Y es que o Meriton reconoce que sus errores en cadena están matando al enfermo, o vayámonos haciendo a la idea de ir de entierro.

Mario Selma

Oficial: el Valencia tiene un nuevo objetivo, el de la permanencia. Que rima con paciencia. Y sin haberlo deseado, asoma un descenso meritado. No quedan letras con las que reflejar el zarpazo anímico que nos maltrata jornada a jornada, la montaña rusa en la que vive instalado el aficionado valencianista está meteorizando su estoico aguante, como el efecto frío-calor en las rocas del desierto. Y ya se sabe, una vez convertido en polvo, la primera ventisca se lo llevará a otra parte como alma en pena.

Chute copero, adversario accesible y Mestalla con ganas de soltarse el pelo. Atmósfera propicia para materializar el prometido volteo. Pero no, otra muesca decepcionante que sumar al rosario de esta insoportable temporada. Quita vida. Y aflora el mal rollo y malquista al personal. Había que ganar por lo civil o por lo criminal, y no se hizo. Esa es la cruda realidad y la tendencia reveladora. Arranque esperanzador con intensidad y actitud, aplicado por bandas y cierta fluidez en el desarrollo del juego. Cercaba el área sportinguista y se mascaba la goleada, pero no entraba ni una. Domeñaba al rival, pero la suerte se tomaba el chocolate de espaldas con los pupilos de Gary. El caso es que por H o por B -esta vez un absurdo penalti preñado de pubertad- siempre se aborta el conato positivo, se nubla la tarea de perforar la portería contraria y se adentra en el túnel del pánico. El quiero y no puedo, la ineficiencia personificada. Mi único apunte individual será para el «bro» que el próximo 30 de junio le habrá supuesto a la entidad la friolera de 45.000.000 € (coste fichaje más fichas brutas). Inversión récord cuyo rendimiento no es más que el martirio continuo que provocan los burdos marros de un delantero que es una caricatura de lo que fue. Y que ya no volverá. Esta vez estuvo participativo, voluntarioso e incluso generó en fase ofensiva, pero si no rematas la faena, como 9 que eres, te vuelves a casa cargadito de amor. Y la parienta de morro. «Oye, que se comió el marrón de salir en zona mixta en una tarde complicada». No, mire, Negredo únicamente dio cumplimiento a un principio inherente a su nuevo estatus en el vestuario -lo que se criticaba a Parejo ahora no debe mutar en alabanza, hay término medio-. Lo censurable es que nadie más se dignara a acompañarle. Lo cual solo es el reflejo de la falta de arrestos de unos jugadores atenazados por el miedo, de un grupo invertebrado sin guía al que seguir.

Seamos francos, en cualquier otra circunstancia -esto es, sin lazos amistosos ni empresariales de por medio-, anoche el inglés virgen estaba de patitas en la calle, de vuelta a los reputados platós analistas y a proseguir con las prácticas en su selección. Lleva razón cuando dice que con este juego el equipo terminará ganando. Pero es que no lo hace, y cuando no se logra la victoria cuando haces méritos, ‘Houston, tenemos un problema’. Y ante los problemas, soluciones. Que estamos a 5 puntos del 86. A 5. Sin embargo, aquí no pasará eso, aunque sinceramente dudo que esa sea la panacea. Pero inquieta ver al equipo en caída libre y que la propiedad -suena más frío y distante que casi el vacío institucional en los dilatados asuetos de Layhoon- dé la sensación de no mover un dedo -más allá de un cambio de cromos de dudosa fiabilidad e idoneidad en demarcaciones no urgentes- para remediarlo. O no sucederá al menos mientras el consejo de administración popular no se harte de nuevo y lo decida en su templo de reunión quincenal. Este club no puede permitirse tener a su equipo 3 meses sin ganar en liga y que se asuma con ese cuajo desmoralizador a la par que alarmante. Ahora toca remar, pero denme remos al menos.