Hoy el VCF no se juega la vida, pero se juega ser o no ser, estar o no entre los grandes disputando la competición más prestigiosa de Europa. Una competición de la que llevamos unos años alejados, y a la que necesitamos volver como sea. Cuando conseguimos plaza para la Previa en aquél infame y agónico último partido ante la U.D. Almería nos las prometíamos muy felices, pero el destino ha resultado demasiado cruel con el VCF. Si las Previas de hace unos años se jugaban contra rivales asequibles de ligas menores, esta vez nos ha caído en suerte un rival muy duro, el peor de los que había en el bombo.
El Mónaco no se puede equiparar en historial al VCF, pero actualmente sí en plantilla, potencial y capacidad. Y sobre todo son equipos casi gemelos en cuanto a que ambos son coto casi privado de caza para el ínclito Yorye Mendes, el amigacho de nuestro amo y señor Peter Lim. Eso nos iguala, y por tanto la eliminatoria es tan peligrosa que solo el aliento de Mestalla puede decantarla.
Caer en esta previa, aun ante un rival tan complicado, sería un palo de tremendas proporciones que enrarecería un ambiente ya de por sí viciado por los acontecimiento que propiciaron la salido de Salvo y Rufete. Por eso dejar la portería a 0 sería crucial, pero es algo en lo que no confío. Y como tampoco creo que se pueda resolver en la ida, me conformo con un resultado que dé un buen margen de maniobra pero no haga confiarse al equipo para la vuelta. Sea como sea hoy es el día D y las 20:45 la hora H, y hace falta el ambiente de las grandes ocasiones, esa comunión entre equipo y grada que intimida al rival y lleva a los locales en volandas. Quienes jueguen serán los mejores, y quien no esté, se llame Otamendi o María Santísima, no importa ya. Solo vale pasar, como sea, y volver donde nos toca.