Peris

Lo dije al descanso. Y me reafirmo. Lo mejor, el resultado. Parecía que todos los jugadores del Valencia estuvieran como yo, de bajona griposa y dejándose llevar por la inercia del que se cree mejor. Y los del Alavés, motivados a tope, con el escaparate copero para demostrar al Pitu que hay soldados para sacar de los puestos bajos a El Glorioso. Y, bueno, casi lo consiguen. Dos clarísimas ocasiones propiciadas por dos carajilladas del balance defensivo ponían sobre aviso a un Marcelino que, menos activo en la banda que lo habitual, se frotaba los ojos literalmente.

Mis 38,5º de fiebre pasaban peligrosamente a los 39º. Y para un mal enfermo cagarrita como yo, esto es casi como pedir la extremaución. Poco ayudaba en el alivio ver a Parejo desnortado y sin aclarados que le permitiesen desplegar el juego. Los laterales no llegaban, estaban. Parecía que el espíritu de Neville se hubiese posado como una neblina sobre el cesped de Mestalla. Y el Alavés. Ay, el Alavés. Parecía aquel equipo subcampeón europeo que hincó la rodilla contra el Liverpool. Todo, absolutamente todo, lo hacía bien. Achicaba, era solidario en la pérdida del balón y dejaba bien a las claras que no convenía dar por muerto al oso babazorro.

«Descanso, marcelinada y tres cero», le decía mi yo griposo a mi otro yo extracorporal. Cosas del delirio febril, supongo. Y en la última indolencia de Parejo en el partido, Sobrino mete el zapatazo de su vida del que después en las declaraciones a pie de campo presumía de hecho, pasándose por el forro el trabajo colectivo. Que más da si tu equipo pierde, si marcas un chicharro y sales en la tele. Pero no me hagan caso. 39º de fiebre, recuerden.

A partir de ahí, la reacción. El jugar rápido. El ocupar el espacio. Y Rodrigo, que ya dispone de estatus de matador y conocimiento de ello por parte de los rivales, resolutivo. Él y Guedes son, hoy por hoy, un par de cuchillos afilados. Y la suerte, esa que se tuvo en la primera parte y en el primer gol de Guedes, volvió a sonreír, con la involuntaria colaboración del cachorro Sivera. Y el gol de Rodrigo. Golazo. Y todo abierto para la vuelta. Que allí van a esperar al Valencia con calor. A pesar de la hora. A pesar de Tebas. No es culpa de nadie, pero será así. Y todos los que vendían la piel del oso, se comerán las pipas, las cáscaras y las uñas en una semana.

Lo dicho, lo mejor el resultado. Y la fiebre, que ya baja.


Jomi Lavarías

Magnífico resultado el cosechado por el Valencia anoche en Mestalla, porque, visto lo visto, no cabe otra manera de calificar el 2-1 con el que acabó el partido. El pasado viernes todos nos frotábamos las manos viendo el resultado del sorteo para estos cuartos de final. El Alavés. En teoría, el rival más débil. Todos, o la gran mayoría, ya nos veíamos (yo no tanto) en semifinales sin haber jugado la eliminatoria. «Conociendo a Marcelino, en este equipo no habrá exceso de confianza», decíamos. Pues bien, olvidábamos que esto es fútbol, y ya podemos dar gracias por que este «débil rival», que para más inri jugó con los suplentes, no dejara la eliminatoria sentenciada a los cinco minutos de iniciarse. Un error gravísimo de Montoya que dejaba a Sobrino delante de Jaume y una rápida contra con balón al palo nos puso a todos con las orejas de punta. Más tarde otro palo corroboraba que el Valencia ha salió a jugar dormido, creyendo que se ganaba con el escudo y que estos cuartos serían un paseo en barca. La primera parte fue una colección de imprecisiones, los peores cuarenta y cinco minutos de la era Marcelino.

La cosa cambió en la segunda. En realidad con bien poquito se iba a mejorar lo de la primera parte. Se asumió más el control del partido y empezaron las combinaciones con los jugadores de banda. King Kondogbia se echó el equipo a la espalda y junto a los cambios realizados por Marcelino el Valencia supo sobreponerse al gol del Alavés (cuando peor estaban ellos y mejor nosotros) y al menos fuimos capaces de inclinar la eliminatoria ligeramente a nuestro favor. Vamos a sufrir en Mendizorroza, seguro estoy de ello. Habrá que marcar porque la dinámica del golito encajado sigue en su apogeo, pero al menos no habrá cabida para que el equipo salga dormido. Enchufados o a la calle.

Amunt!!


Lobo

Suele pasar. Cuando te toca una eliminatoria contra un equipo aparentemente fácil te vienes arriba, crees que ya has pasado sin jugar y, aunque al final lo hagas, juegas fatal y las pasas putas. Y lo contrario, contra los grandes te creces y, aunque al final caigas eliminado, lo haces bien y mereces mejor suerte. Al menos le suele pasar al VCF, que es lo que que yo conozco. Y así ha sido.

La primera parte ante el Alavés fue un despropósito absoluto, con jugadores sobraditos haciendo tonterías, queriendo gustarse, sin una pizca de nervio, sin correr, sin meter la pierna, viendo cómo los alavesistas les pasaban como aviones. Sobre todo y principalmente el que, dicen, es el motor, líder y alma máter del equipo, el muy polémico Parejo, al que amas u odias, y al que le ha faltado salir con el gorro de dormir y el orinal en la mano. Yo lo odio, ya lo sabéis, se me llevan los demonios viéndole perder un balón tras otro, sintiendo que le da lo mismo todo, que tiene en la cabeza lo que quiere hacer cuando coge la bola y lo intenta sea como sea, aunque le entren dos rivales, aunque sea una completa estupidez, aunque sea muy arriesgado, aunque tenga pase fácil a un tío de su equipo solo a su lado. A él le da igual, sigue al tran tran, trotando como un cervatillo sin inmutarse por muchas bolas que pierda, aunque ponga en peligro su propia puerta una vez tras otra. Personalidad, le llaman. Yo le llamo estupidez. Y estoy harto. Le habría quitado al cuarto de hora, y estoy convencido de que el equipo habría mejorado instantáneamente. Es que soy hater, claro.

Bueno, soy consciente de que esto en vez de una crónica es un exabrupto, así que lo dejo ahí. Sí, todo el equipo ha estado mal, todos han salido despistados y sin tensión, y sólo muchísima suerte, el arreón por la (lógica) bronca de Marce en el vestuario, el amor propio de Kondogbia haciendo su trabajo y el de Parejo, más la increíble capacidad goleadora de Duerme Porteros Guedes y Rodrigo El Renacido (voy a tener que empezar a reconocer que es otro jugador, y clave en el equipo), han hecho que den la vuelta al marcador y la eliminatoria siga abierta, que no resuelta ni mucho menos. Veremos, no será fácil, pero caer contra el Alavés sería un castañazo inesperado y muy dañino. Así que, señores, dejémonos de confianzas y a currar. Y a Parejo, por favor Marcelino, señálalo de una vez y déjale unos partidos en el banquillo, y que mi corazón sufra menos, que ya está bien, oiga.


 

Ilustración del artículo vía valenciacf.com

Déjanos un comentario