Sergi Calvo

Tres fases bien diferenciadas tuvo el partido de la tarde-noche de hoy.

Un primer tiempo en el que Valencia jugó a un nivel de competencia aceptable. Sin resultar brillante, se puede decir que el equipo jugó bien, buscando con paciencia y toque llegar a zona de peligro. El ataque estuvo capitalizado por un liberado Kangin que dejó destellos de su indudable calidad.

Sin embargo, el final de esta fase acabó de manera traumática, un gol del Sevilla desnivelaba en marcador antes del descanso de manera algo inmerecida.

La segunda fase, consistió en 35 minutos de segunda parte en el que el equipo de Celades se descompuso, de manera literal, y fue un pelele en mano de los de Lopetegui. Nula creación, nula intensidad y falta de aptitud y actitud. Saltaron todas las alarmas en Mestalla. Sin embargo, igual que la primera fase acabó con un gol inmerecido por méritos, también el gol de Sobrino, a pelota parada varió la dinámica del encuentro.

La tercera parte del partido fue un último arreón de jugadores y Mestalla. Una liberación para la afición que ya tenía ganas de ilusionarse y empujar como hacía tiempo que no se escuchaba en el hormigón del coliseo valencianí. Fue un arreón algo desorganizado y sin más criterio ni efectividad, pero al menos vivimos en Mestalla 15 minutos de competitividad e intensidad que dejaron a la afición con un sabor algo más dulce que agrio.

El resultado no contenta a nadie y la sensación de estar sobreviviendo al filo del alambre es más que evidente, sin embargo, los últimos quince minutos de encuentro han hecho revivir cierta llama que esperemos se mantenga en los próximos encuentros.

En la variante positiva hay que destacar la ilusión y aportación de un Manu Vallejo que quiere hacer un notable carrera en Valencia (y ojalá lo consiga) y el trabajo siempre intenso de un Maxi Gómez que se confirma como un excelente delantero.

En la parte negativa, la evidente desconexión y baja de forma de algunas piezas claves del equipo, hecha muy visual en la sala de máquinas con un Parejo que es el de sus peores temporadas y un Kongdobia que está años luz de lo que fue y se espera.

Continua la lucha, sigue el fútbol, estamos en el alambre. Ojalá la situación se estabilice y consolide en el verde y podamos recuperar la ilusión y las ganas de ver jugar y ganar a nuestro Valencia.

Amunt!


 

Peris

I el protagonista del partit va ser el menys esperat. Les absències de pes a la part de dalt donàven, en teoria, el protagonisme a Maxi, Kang In o, fins i tot, Ferran. Però Sobrino, Rubén, amb huit minuts jugats fins el moment va donar un pelet més de prestigi al llibre de jugades a pilota parada de Celades i es rescata un punt que, vist el vist, sembla bo. I ho sembla perquè es torna a ser un equip bipolar, futbolisticament parlant. Trist, monòton i melancòlic per moments que, a un colp de gràcia positiva, muta en una eufòria que fa pensar en gloses èpiques. En qualsevol cas, conforme està esta nova reconstrucció, si no es pot guanyar, millor empatar. L’equip, gràcies a la clemència involuntària del Sevilla i a la cabotada acadèmica de Sobrino, es manté en peu, que no és poc.


 

Jomi Lavarías

Qué jodida debe estar la cosa para que los únicos motivos que inviten al optimismo hayan sido las entradas de Vallejo y Sobrino. Y cierto es que sus entradas cambiaron la cara de un desangelado y deprimente Valencia.

El partido de hoy completa una trilogía horribilis. Se inició en Lille, pasó por Pamplona y hoy se culmina en casa. Y un denominador común, malos resultados aparte. La poca intensidad. Leía en twitter a Maduro escribir que hay que jugar con energía, que menuda diferencia entre los primeros ochenta minutos y los últimos diez. Y no habrá análisis más acertado que ese. Ganarás o perderás, pero la intensidad debe ser innegociable. Faena tiene Celades, aparte de las puramente tácticas, en dotar a este cadavérico equipo de la intensidad que mínimamente se les debe exigir a unos jugadores de primera división.

Que lo mejor para el Valencia ha sido el resultado, está claro. Que si yo fuera sevillista estaría tremendamente enfadado con mi equipo, también. No se puede jugar con menos ambición, ante un endeble Valencia, como lo ha hecho el Sevilla. Nos han perdonado la vida, porque era partido para golear. Y sin embargo solo han tenido una ocasión, la del gol. Si nos ponemos exquisitos, incluso hemos tenido mas opciones nosotros que ellos, pero las sensaciones son terribles.

Pinta todo muy mal. Y es que cuando uno hace las cosas mal,  lo más probable es que todo salga peor. Tenemos que haber sido unos demonios en otra vida porque no es normal lo que nos pasa.

Negro futuro preveo.

Amunt.


 

Lobo

Otro chasco, aunque este privisible, e incluso pudo ser peor. Y al final mejor. A mi me gustó la primera parte. Bien es verdad que el equipo tiene nula profundidad, algo propiciado por la escasísima creación en la medular, algo lógico si seguimos al mando de ese manso, admirado por tantos, que a veces parece más perdido en el campo que Fofito en el Circo del Sol. De donde no hay no se puede sacar, y en efecto no se saca nada. Aún así el sistema de Celades funcionó medio bien con el gran Coquelin haciendo lo que podía y más, el Valencia intentándolo y el Sevilla agazapado esperando una oportunidad. Y llegó, llegó por culpa de la blandura congénita de este equipo, blandura propiciada por… Bueno, pa qué. El caso es que nos marcaron, y en el comienzo de la segunda se vio que los locales estaban tocados, huérfanos además de la capacidad de lucha y liderazgo de Coquelin, lesionado de nuevo. Lo que faltaba. Tan claro vieron los rivales el percal que se dedicaron a sestear, pensando que no hacía falta más ante la ‘garra’ exibida por el medio campo local, ah, y a hacer faltas tácticas que el trencilla de turno permitió gratis as usual, sin mayor castigo que la propia falta en todo caso. Que tiene cojones lo de los árbitros en Mestalla, deben creer que vienen a puticlub con puta y cama pagada, e igual es así. Pero, vaya por dios, va y en ‘les acaballes’ se nos aparece la virgen en forma de inesperado gol de un inesperadísimo Rubén Sobrino, y de ahí al final la grada se puso a animar, entonces sí, y el Valencia a apretar, entonces sí. No pudo ser, pero del mal el menos, toma ya refrán.

Total, que la cosa va de empate en empate. De qué me suena? Eso sí, para algunos honrados luchadores contra la opresión de los putos chinos habrá sido una pena no palmar para que se montara gorda, pero bueno, paciencia, a ver a la próxima.

pd: Esta crónica está financiada por Lim, por supuesto, que me está pagando la universidad de mis hijos y el Porsche Panamero que tengo en el garaje del chalet al lado el monovolumen y la BMW 1200, también pagados por tito Peter, claro. Os la dedico, pringaíllos.

pd2: Sí, estamos que lo tiramos.


 

 

Ilustración del artículo vía www.valenciacf.es

 

 

 

 

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