Llevo desde el domingo discutiendo en twitter sobre la calificación que merece la temporada del Valencia a día de hoy. Reconozco haber usado la palabra “mediocre”, que ha caído como una losa entre la hinchada mas agitada que me censuraba el término por ofensivo hacia Marcelino y sus muchachos. No, ser mediocre no es ofensivo, aunque en la prensa mas amarillista de este bendito deporte se nos venda así. Mediocre eres tú, mediocre soy yo. Llámanos de otra forma, somos normalitos. Ni dignos de alabanza, ni dignos de compasión.
Seguramente, tú y yo, aún estemos a tiempo de sublimar nuestra existencia mediante, qué sé yo, esa idea que queremos llevar a cabo y nunca nos hemos atrevido. También el Valencia puede hacerlo. El Valencia puede terminar con un título mas en sus vitrinas y que el 2019 pase a la historia como el año del centenario en el que nuestro club nos dio una alegría y la oportunidad de celebrar con los nuestros. Sería genial. Es más, intentaré estar en la final de Sevilla para no perderme la ocasión si se diese.
Pero hoy no. Podemos celebrar estar vivos en tres competiciones, pero me parecería tan absurdo como celebrar que el banco todavía no nos ha desahuciado de nuestra casa. En Copa hemos eliminado a los rivales que el Valencia, por entidad y presupuesto, tenía la obligación de eliminar. En Champions quedamos donde debíamos, tras los dos transatlánticos, con mas penas que glorias que contar. En UEFA solo nos hemos enfrentado al modesto Krasnodar y le hemos hecho besar la lona con un KO sobre la bocina. Un alegrón, sin duda, pero esa eliminatoria no merece todavía pisar el olimpo.
La liga es nuestro talón de Aquiles. No hemos sido capaces de ganar en nuestro campo al mismísimo Getafe que ocupa la ansiada cuarta plaza. Cualquiera diría que, si eres incapaz de marcarle un gol a un rival presumiblemente inferior, en tu campo y jugándote el futuro, no mereces alcanzarlo. Fuera como fuese, el hecho es que hoy estamos fuera de los puestos que dan acceso al dinero de la Champions. Y hago mención solo al dinero porque ya hemos asumido que competir con los gigantes del Continente no nos es posible ni aunque el árbitro expulse a la estrella rival en su partido en Mestalla. De no tenerlo interiorizado, coincidiríamos todos en que el año del Valencia es mediocre, pero no, parece que ese término solo lo utilizo yo.
Y yo, y tampoco consigo hacerme entender. 😉