Y Salvo entregó las llaves

Y  Salvo entregó las llaves… Pero no las dio a aquellos que tiraron de influencias políticas. Ni al banco que expolió el club y trató de seguir haciéndolo. No las dejó a manos de periodistas de vulgar lenguaje y aviesas intenciones. Las cedió al único que de verdad apostó por este club, el único que estuvo dispuesto a dejar parte de su fortuna en nuestra pervivencia. Se las dio a Lim porque este las quería tanto que pagó por ellas cien millones de euros.

Salvo ha sido el Presidente que la historia valencianista, la de verdad, la que queda en el corazón de los aficionados, recordará porque fue el conductor del camión de la basura que pasó por el Mestalla. Porque eso fue lo importante; mucho mas importante que encontrar a Lim. Había que tirar a lo que había, empezar de nuevo, afrontar la deuda generada por incompetentes, por corruptos y por gente que llegó aquí a servirse del Valencia. Ese fue su gran éxito, mucho mas allá de lo que pueda venir en el futuro, el de romper con pasado reciente vergonzoso para todos aquellos que sentimos el Valencia C.F. como algo propio.

Y en algunos pocos sitios hoy estarán gozosos. Es normal. Los parásitos se alegran cuando en una casa se termina el jabón. Pero tranquilos, seguirá habiendo higiene. El Valencia no se acaba y todos aquellos que pretendieron seguir chupando del Valencia como hicieron antaño han quedado con sus vergüenzas expuestas, desacreditados y rechazados por todos.

Mañana empieza otra nueva etapa para el Valencia. Sin Salvo, lo que jode mas que empezar la temporada sin Otamendi, pero ahí seguiremos. Esperemos que los nuevos propietarios sean capaces de seguir la estela dejada por Amadeo, de seguir sosteniendo nuestro murciélago con orgullo y valentía. Y para ello tenemos nuestra misión, hemos de continuar #TotsJunts. Nuestra función como aficionados y, que narices, forofos reconocidos, es la de seguir apoyando un proyecto que puede ser tan bueno como el de Salvo. Y sí llega el indeseado momento de que nos damos cuenta de que no lo es, pues a sacar pañuelos y exigir responsabilidades.

Amunt Amadeo!
¡Hasta siempre!