Ahora que Alcácer vuelve a marcar con la selección española el periodismo amarillista aprovechará para crear una polémica estéril con el fin de rellenar minutos de información o directamente causar daño al Valencia CF. Una mínima reflexión a partir de lo visto esta temporada lleva a pensar que el problema de la imagen dada y sensaciones transmitadas por el equipo che va mucho más allá de quién es el delantero titular. Y que poniendo a Alcácer, o Negredo, no resuelves ni por asomo los problemas del conjunto; que están provocados principalmente por la propuesta de juego y los objetivos del mismo. En la grandeza del Valencia de la temporada anterior influyen por encima de los demás dos factores: 1. El hambre de victoria, el ansia de títulos; y 2. La presión adelantada, asfixiante y coordinada. El primer punto, para cuyo impulso fue imprescindible la labor de Pizzi, se antoja muy complicado de alcanzar. Uno observa a un Valencia ramplón, conformista, que baja los brazos ante la adversidad, en exceso conservador, carente de ambición, con mentalidad de equipo chico; como si de un plumazo se hubiera perdido la confianza, la unidad y la consciencia de que representan a un equipo grande. El segundo punto es más sencillo de conseguir, aunque sin duda en una mejor aplicación de éste influyen el estado anímico y de confianza.

Tengo claro que para seguir jugando a lo mismo que en los partidos disputados hasta ahora la mejor opción es la de Álvaro Negredo, que puede seguir ejerciendo como principal arma en la elaboración del juego ofensivo de un equipo cuya distancia entre líneas deja mucho que desear, aparte de su repliegue o tímida presión. Al no robar fácilmente en campo contrario, la ausencia de transiciones suponen un gran problema para la creación de oportunidades; el Valencia con posesión de pelota siempre ha sido lo peor en la era Nuno, y esta temporada no es excepción, por lo que Negredo te ofrece una solución que en realidad es Plan A, para superar presiones ajenas, bajar melones y a intentar llegar. La más obscena previsibilidad aparece cuando se intenta jugada elaborada desde propia defensa. En este sentido, Alcácer puede ofrecer casi nada en este modelo de juego, más allá del gol, más bien se le hace un flaco favor viendo cómo tiene que correr como pollo sin cabeza y sin dar pie con bola.

Si el Valencia quiere echar un vistazo atrás y dar un paso adelante, es decir, presión adelantada y agresiva, con menor distancia entre línea defensiva y atacante (de forma que se defienda como un único equipo y no como dos unidades en un mismo conjunto), Alcácer es mejor. Porque además de tener más gol que Negredo, su capacidad para el juego al primer toque acelera las transiciones, y es más constante y sacrificado en la presión. Además, aunque es injustamente minusvalorado en este sentido, su juego de espaldas es notable. Empero lo mejor son sus desmarques, está claro. No tiene esta vez excusa Nuno para aplicar esta concepción del juego, ambiciosa, ya que Jaume es un portero que a priori te permite adelantar la línea defensiva más que Diego Alves: hemos visto que se atreve a salir del área y jugar con los pies, y suele estar concentrado en el juego.

Así que más que discutir sobre si Paco o Álvaro, deberíamos preguntarnos qué Valencia queremos ver sobre el campo.

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