Sergi Calvo

Ser del Valencia no es sencillo y solamente los más fuertes o los más inconscientes pueden soportar el paso de los años bajo las alas del murciélago.

Si el árbitro hubiera pitado el final en el 95’ ahora mismo estaríamos valorando con una media sonrisa el punto conseguido, sin embargo, las medias verdades o la estabilidad no son lo nuestro: o cero o cien… o petardazo inmisericorde o explosión multicolor, y al final, ese último trago amargo escondido tras el 100’ nos invita a marchar a los aposentos con la habitual dosis de mala leche made in VCF.

En un análisis algo más sereno encontramos un guión que se repite a menudo: una primera parte primorosa con un dominio aplastante, un fútbol alegre y vistoso que además pone a los nuestros por delante en el marcador y una segunda parte de descenso a los infiernos, reculadas y presión hasta el golpe letal a nuestras ambiciones. Puede afirmarse, como coartada, que la juventud del equipo, sumada al hecho de jugar en un Pizjuán temible, provoca que este guión sea calificado de previsible, al menos (quien no se consuela es porque no quiere) no hemos sido goleados ni nos han marcado en el 93’.

El objetivo de los de Gattuso debe ser mantener este nivel durante los 90’ aunque eso suena a quimera… si por una de esas el italiano consigue este nivel de competencia durante todo el partido, estaríamos hablando de un equipo de leyenda que arrasaría por los campos de Europa. Queda construir y seguir apretando los dientes para sumar, sumar y sumar y ver hasta dónde puede llegar este equipo.

Solo queda ganar al Mallorca el sábado, aliviaría un poco las penas del haber perdido realmente cuatro puntos que permitirían hablar de otros asuntos… pero nunca se sabe con el viejo Valencia.

En fin, una próxima victoria debe ser sanadora… aunque ser de los del murciélago sabemos bien lo que implica.


Drakul

Mirad, dejémonos de rollos, el Sevilla-Valencia de esta noche ha sido un puñetero partidazo. 

Estamos en la jornada diez y he terminado viendo el partido en el suelo, sin camisa, gritando como un poseso y rezando para que Gayà marcara. No marcó. Seguramente, incluso, ejerció de capitán y por esa responsabilidad pateó el penal sin ser el mas indicado, ¿y qué? A ser del Valencia vinimos a esto, a sufrir, a vivir los partidos con intensidad y solo de vez en cuando llevarnos alegrías.

Un Sevilla que durante los últimos años ha sido superior, esta vez ha sudado sangre para lograr un empate. Al final, en deporte lo único que se debe exigir es competir y hemos competido. Al final esto es fútbol y lo mínimo que debemos exigir es disfrutar y hemos disfrutado. ¿Qué no ganamos esta vez? Si esa fuera nuestra única expectativa seríamos del Madrid y haríamos palmas con las orejas porque Benzema ganó el Balón de Oro. A nosotros eso nos da igual, esa gala nos tenía sin cuidado. A nosotros nos importaba el partido de hoy. Y lo hemos vivido con pasión. Yo con eso me conformo. Los éxitos por este camino llegarán y de eso sí estoy seguro.


Peris

Tot el valencianisme cabrejat com una mona per no marcar un penal en el minut 100. Però fins arribar ahi cal revisar el viatge. Alineació sorprenent, buscant defensar-se atacant a doble banda i una primera part d’equip conjuntat, malgrat les parades de gran porter de Mamardashvili. I una segona com Speed 2, mala, mala de veres, amb un gol a pilota parada que ha de ser la pedra angular per a millorar estes accions. I després, el temps afegit i tot allò del penal. De segur que hi haurà debat fins el dissabte de si Gayà va fer bé o mal llançant-lo. De segur que algú es va acordar de Soler, vivint a l’ombra de la Torre Eiffel. O de Mendieta. O de Salenko. Però els penals els fallen els que els tiren. I els que donen un pas endavant per a fer-ho.

Al remat, es pot dir que dos punts volen gràcies a l’accident del final del partit. Com sempre, cal fer bo l’empat sumant de tres a casa. No s’ha d’acceptar altra cosa. I amb dos parts bones. No només una.

 

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