No sé por dónde empezar, bueno sí, por pedir perdón. Perdón por haberme equivocado, equivocado por haber apoyado a quienes nos están intentando exterminar en vida. Estamos asistiendo a un asesinato programado con mando a distancia desde Singapur, por acción o por omisión, pero asesinato. Me cuesta creer que no sean conscientes todavía que un club de fútbol no es lo mismo que una empresa farmacéutica. Me siento culpable, pero no seré cómplice, de la situación, no. No puedo permanecer por más tiempo callada; o defendemos nuestra identidad, o luchamos sin cuartel por nuestro Valencia o estamos muertos.

Febrero del 2014, viernes por la tarde, Valencia, cerveza fría, una doble, conversación entretenida, en común unos colores, un sentimiento, un respeto y un amor a un escudo que va más allá de bufandas y banderas. A nuestras espaldas muchas batallas que contar, mucho visto y mucho vivido en este mundo que visto desde fuera es muy complejo de entender. ¿El futuro del club? Incierto, en el aire, miles de cantos de sirena. El fantasma de la desaparición, la amenaza de la ley concursal, el temor a la posible vuelta de la carroña justo cuando parecía que la resección había sido completa y absoluta… -¿ Entonces crees que nos irá bien?, nada podía ser peor que lo que habíamos pasado ya, el no tener a que aferrarse, el miedo a repetir la historia de siempre, a los fondos buitre, a que los vividores siguieran llenándose los bolsillos y viviendo a costa del club; el miedo a un futuro negro nos hizo lanzarnos en plancha, cuesta abajo y sin frenos hacía la opción que parecía menos lesiva. la que contenía la pócima del éxito, la que nos resucitaría, la opción que nos devolvería al Olimpo.

Pero efectivamente solo lo parecía. Veníamos de una funesta y nefasta gestión, y pensábamos, (que inocentes pensando que peor no podíamos estar, eh?), que cualquier cosa era mejor que lo que había. Pero estábamos equivocados, íbamos a asistir en primera fila a la mayor tomadura de pelo vivida en los casi 100 años de nuestro Valencia. No creo que sea el momento de buscar culpables, el pasado es por todos conocido. La larga lista de buitres carroñeros que se han nutrido del club a día de hoy sigue coleando y todavía estamos pagando las consecuencias. La adulación, la fanfarronería, el mirar por encima del hombro, el como decía mi abuela «no se pot estirar més el braç que la mànega», la tarifa plana con fichajes, los pelotazos inmobiliarios que jamás se dieron, las parcelas de Mestalla… Eran las señas de identidad, los ingredientes perfectos para garantizar una ruina de éxito. El Valencia fue una estación de paso, un juguete más de empresarios venidos a más cuyo pasatiempo era jugar a ser presidentes de un equipo como lanzadera para sus negocios e intereses particulares.

Febrero del 2017, Valencia, 3 años después de la venta, no es que nada haya cambiado, es que hemos ido a peor. La duda es si entrar en ley concursal y empezar de cero hubiera resultado mejor. Porque para echar por la borda los 98 años de historia del club, para estar peleando por la salvación 2 de las 3 temporadas que llevan, para salir de Mestalla con un nudo en la garganta y los ojos llenos de lágrimas, ¿Realmente pensáis que ha valido la pena? Un club en el que si no se respira al unísono, el peloto de turno le falta tiempo para pasar informes negativos de quien corresponda, un club en el que se ha ninguneado a profesionales que se han dejado algo más que la piel, un club que se permite el lujo de prescindir de los pilares de la historia, un club en el que el pensamiento crítico constructivo está vetado….¿A que está condenado? Al fracaso, a la desaparición, a su muerte.

El primer paso debería ser reconocer que existe un problema, pero es que para los responsables del club, los que tenemos el problema somos nosotros, no ellos. El problema somos nosotros que no les entendemos, no ellos que aún no han tenido tiempo de explicar cuál es el proyecto a medio y largo plazo para la institución, porque a corto plazo está más que claro que es luchar por no descender. Pero el problema es que aquí si levantas la voz eres decapitado. Aquí los culpables somos indudablemente nosotros, es culpa nuestra que los jugadores no se recuperen ni en tiempo ni en forma, no de quien al finalizar la temporada pasada prescindió del Jefe de los servicios médicos. Aquí los culpables somos nosotros, los abonados, los aficionados, los que pagan la entrada del partido, por no estar contentos con que nuestro equipo esté bailando con el descenso, (aquí se ha echado a entrenadores estando en posición de Champions o los pelábamos a morir por ser siempre terceros!!!!),

Aquí los culpables somos nosotros porque nos sacan la 5ª amarilla en los partidos y nos borremos del siguiente que se juega en casa. Aquí los culpables, sois los periodistas a los que se permiten el lujo de vetar cual dictadura típica asiática por contarnos la jodida realidad en la que se ha convertido nuestro Valencia. Aquí los culpables somos nosotros, por tener a un propietario que no da la cara por su propiedad pero sí para ver a CR en Ibiza. Aquí los culpables somos nosotros porque fichamos a los Siqueira, Danilos e intentamos encasquetar a uno que tenía las rodillas como una caja de juanolas, ¿verdad? No de su amigo Mendes, naturalmente. ¿Como va esta plantilla a tomarse en serio el proyecto?, están como una clase de primaria cuando el profesor tiene que salir de clase para hacer fotocopias. Pensamos que fue nuestra salvación la venta a Meriton, pero ha resultado ser prácticamente nuestra sentencia de muerte. Por acción o por omisión, nadie quiere perder su dinero, y me cuesta creer que estén actuando a mala fe. Para Lim el Valencia lamentablemente es un negocio más, pero el Valencia no es una fábrica de aspirinas, son 98 años de historia, de un sentimiento, de pasión. No podemos ser cómplices por más tiempo. Luchemos por salvar nuestra identidad, luchemos por nuestro Valencia. Mestalla, ha llegado el momento de despertar y volver a luchar.

Hoy, mañana y por siempre. Amunt!


Ilustración del artículo vía www.valenciacf.com

Un comentario en “El despertar Colaboración de una aficionada anónima en @CaféMestalla. Escrita a borbotones y desde el corazón. Y no será la última.

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