De vez en cuando tengo la extraña sensación que el Valencia CF es una entidad formativa. De las caras, además. Es algo cíclico pero inesperado. No me sucede cada equis días o semanas. De repente, chas aparece a mi lado. Entrenadores de nuevo cuño, fichajes desconocidos o decisiones ejecutivas incomprensibles. Todo rezuma a nuevo. Huele a tinta recien impresa. Si no fuese porque en este negocio lo nuevo y lo inexperto rara vez es garantía de éxito.

Y desde hace un tiempo me abriga esa sensación. Es curioso, pero las costuras no se descubren hasta que llega la pausa. Quizá sea cierto eso que el balón todo lo tapa. Pero la gestión de la planta noble muestra fugas peligrosas. Desconozco el entramado interior del club fuera de los focos, pero lo que sale fuera tranquiliza tanto como ver el vídeo de un funeral en Ghana. Un poco meme con sonrisa dramática. Hinchar pecho porque se lanza, interna y externamente, que no va a haber ERTE y recular, con el consiguiente enfado por parte del personal, disparando la inquietud y reventando la credibilidad del jefe. Mantener varadas las renovaciones de Ferran y Garay, -bravísima estrella de TikTok- sin visos de solución alegre tampoco invita al optimismo. Dirán ustedes que esa vaina es de César Sánchez, director de fútbol. Pero, de momento poca novedad, más allá de los juegos de rol en los medios y las informaciones filtradas desde el propio club con respecto al negociado del canterano.

Y luego, la prensa. Más bien, la relación con ella. Siendo objetivo, entiendo la estrategia. Hermetismo en los medios, lanzando los propios contenidos por los canales del club y selección de presencia en los medios que se consideren oportunos. Hasta ahí, bien. Correcto. Compartirla o no es otro debate. Cada uno emplea su estrategia de comunicación como quiere. Y más habiéndose pasado tirios y troyanos tres pueblos con la procedencia del presidente, enarbolando el insulto personal como crítica casi exclusiva a la gestión. Pero para poder vender gestión allende los mares hay que hacerla bien primero. Y seguir la línea clara. Deja en mal lugar la prevención exigida por Lim desde Singapur por el coronavirus y permitir viajar a Milano, por ejemplo. O más todavía, abrir Mestalla contra el Betis, impidiendo el presidente a su propio hijo que fuera al estadio. De aquello de la Supercopa ya no merece la pena recordar. Y con la cuestión de la finalización abrupta de la temporada, pues eso, funeral en Ghana.

Empezar la casa por el tejado solo queda bien en las estrofas de las canciones. Y los golpes de timón tampoco son muy favorables. Con unos buenos cimientos y solidez, no será necesario precisar de intermediarios de gaceta para saber que ronda por la cabeza de aquellos que rigen el destino de una sociedad con 101 años de historia. Y haciendo muchas cosas bien, que se hacen, seguir esa línea de trabajo desde la modestia para conseguir sacar con nota el máster. Ya puestos, que se consiga por méritos, no por regalos, como a cierto político diestro de nombre Pablo.

Por cierto, un apunte final que algo tiene que ver con el master del que hablamos. El último entrenador que alzó copa, Marcelino, no sé si ustedes recuerdan el nombre, ha sido protagonista en una de esas fantásticas charlas de confinamiento que organiza la Federación Valenciana de Fútbol. Escucharlo hablar de fútbol fuera del corsé de las ruedas de prensa es una maravilla. Didáctico y pausado, cosa que quizá no se pueda hacer en las ruedas de prensa del día a día. Pero parece que ha levantado polvareda que en su parte izquierda luciese una bandera con el escudo del Valencia CF. Bonito gesto, sin duda. Parece que le ha calado bien el club y la afición. Ojalá hubiera tenido esa fidelidad y sentimiento de pertenencia en aquella época en la que dinamitaba a golpe de micro los cimientos del proyecto que tanto costó construir y que acabó con la marcha del propio entrenador y del director general, Mateo Alemany.

La canción de hoy, porque siempre fui más del 21 de abril que del 20 y porque es la felicidad de las pequeñas cosas que queremos volver a vivir, es «21 de abril», de Loquillo. Sigan cuidándose.

#QuédateEnCasa

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