Sergi Calvo
Una preciosa y emotiva tarde en Mestalla. Ha sido lo que hemos vivido hoy los allí presentes y era, exactamente, lo que necesitaba este extraño Centenari.
Comienzo en tarde soleada, emotividad de domingo a las cinco. Sol y desfile de leyendas y trofeos para la foto inolvidable. Partido amistoso más para entretener en algo a los niños y colofón con himno regional y pirotecnia. Lo justo, lo correcto. De manual. No falla… y no falló.
Podríamos citar algunas sombras pero no sería justo centrar el foco en lo aquello que no ha sido. Algunas ausencias que no se entienden muy bien, detalles en el timming desajustados o carentes de oportunidad y un partido en el que podríamos valorar infinitud de detalles, estando en la superficie visual, tal vez los menos agradables, pero aún así, Mestalla quería y recibió lo que había venido a buscar.
Ambiente festivo. Niños: las generaciones que vendrán mirando con ilusión el verde de los sueños. Momentos de intensa emoción, como los globos que, en el aire, volaban a la morada de los murciélagos eternos. El Amunt València coreado por la grada (el gran infravalorado del Centenari, nuestro himno oficial), las ovaciones cerradas a aquellos que más lo merecían y corteses a todos los participantes y el colofón pirotécnico necesario con Mestalla en pie entre lágrimas y memoria.
Justo, sin alardes, sencillo y necesario.
Emocionante, memorable. Ya somos centenarios.
Orgullo
Amunt València!
Jomi Lavarías
No soy persona que exterioriza sus emociones, ni para bien ni para mal. Me las guardo siempre para mi intimidad, cuando estoy solo y nadie me ve. Luego, en esos momentos de soledad, me arrepiento de haber reprimido las lágrimas de emoción o las lágrimas de pena por el sufrimiento o la pérdida de un ser querido. Así nací y así moriré, qué le voy a hacer… tampoco soy bueno para plasmar por escrito las emociones, así que apañados vamos.
Pero lo vivido esta tarde en Mestalla ha sobrepasado mis emociones. Por momentos se me ha puesto algún que otro nudo en la garganta y cómo no, gilipollas de mi, he aguantado como siempre he hecho.
Recelaba bastante por que el acto central del centenario fuera un partido de leyendas. Quizás influenciado porque la manera en que era promocionado el partido no me atraía lo suficiente, por falta de nombre básicamente. Pero debo reconocer que el acto no sólo ha estado a la altura del centenario sino que ha colmado mis expectativas. La previa marcada por el homenaje a las leyendas, a todos esos jugadores que nos han hecho grandes, hayan podido estar o no. Muy entrañable la imagen de Mañó, el último superviviente de una época gloriosa del club. Después el partido, que aunque ha sido lo de menos hoy, ha estado entretenido y hemos podido comprobar que algunos jugadores casi que están todavía para jugar. Otros no, la verdad, dicho con todo el humor posible, pero ha sido un verdadero placer volver a verlos sobre el césped de Mestalla. Y el colofón ha sido absolutamente brillante, como la ocasión merecía.
Me ha encantado poder fotografiarme antes del partido con Guillot, con el grandísimo Enrique Saura, con Felman, Sempere, Tendillo… y con Oscar Rubén Valdez, ídolo de nuestros padres, acompañado por su hijo y que quizás ajeno a todo lo que le rodeaba, ha accedido gentilmente a hacerse la foto y esbozar una sonrisa. Ojalá el día de hoy le haya podido retornar recuerdos perdidos, ojalá.
El acto de hoy, la grandiosa marcha cívica del día 18, la estatua de tribuna donde todos tenemos ahí un familiar sentado viendo a su Valencia. Yo no sé vosotros, pero para mí el centenario del club, solo con estos tres actos, ya es inolvidable.
Amunt!
jamacuco
¿Qué es ser del Valencia C.F.? Seguramente habrá miles, millones de respuestas diferentes, tantas como personas que se definan como valencianistas. Pues bien, ayer se pusieron todas encima del verde tapete de nuestro Mestalla y se fundieron en una sola, se soldaron en las alas del murciélago y volarán por siempre jamás.
Lo mismo ocurrió en la emotiva procesión cívica del día 18: hombres y mujeres, jóvenes y mayores, ricos y pobres, jugadores y aficionados, dirigentes y empleados, los que estuvieron y los que están, los que cantan y los que callan, los que agitan bufandas y los que miran absortos la multitud, los que caminan y los que corren, los que se abrazan y los que lloran… Todos, como gotas de agua que se agrupan después de caer en una tormenta, se fundieron en una sola; nadie era más que nadie, nadie representaba más que nadie, nadie sentía más que nadie. Todos somos iguales, todos somos el VCF.
No creo en las casualidades. Y lo que se ha vivido es fruto del trabajo de mucha gente, del tesón de miles de personas, de la ilusión de muchas generaciones. Si echamos la vista atrás, con la perspectiva que nos da el paso del tiempo, vislumbramos que el VCF del doblete se forjó con unos jugadores top y unos entrenadores magníficos que supieron llevarlos; que el VCF de Kempes era una amalgama de jugadores de renombre internacional; que la liga del 70-71 estaba repleta de jugadores de talla mundial…. Todo ello no lo alcanzamos a ver en el momento que ocurre; el día a día nos come, nos falta abertura de objetivo, y muchos aspectos los achacamos a pequeños golpes de suerte que pueden decantar partidos o temporadas. Pero sí que creo que podemos analizar si las cosas se realizan con entusiasmo y con lógica; con cabeza y con corazón.
Por ello quizás nos falte perspectiva para analizar lo que ha ocurrido en estos fastos del centenario y la situación del equipo y club a día de hoy. Pero me da la impresión que el murciélago está a punto de desplegar las alas, afilarse los colmillos y echarse a volar.
Felicitats a tot el valencianisme per ser el que som.
Amunt València!!
Ilustración del artículo vía www.valenciacf.com