Jomi Lavarías

Del partido de hoy me quedo con un detalle. Corría la primera mitad cuando un balón en profundidad del Sporting dejaba solo a su delantero frente a Mamardashvili. Su remate salía fuera pero la jugada ya estaba invalidada por fuera de juego. En la repetición el jugador estaba habilitado, porque un valencianista rompía ese fuera de juego. ¿Sabéis quien era el jugador que lo rompía? Cavani. Sí, Cavani. Este pequeño detalle nos da idea de la clase de futbolista que es. A sus 35 años es un jugador incansable. Arriba y abajo, generoso en el esfuerzo y ayudando en defensa. Sí, ese mismo al que muchos acusaban de venir a Valencia a disfrutar de un retiro dorado. Venía para jugar el mundial y luego tocárselos a dos manos y llevárselos calentitos, decían. El uruguayo, a base de esfuerzo y goles, ha callado muchas bocas. Para el Valencia, para este Valencia, es un lujo y honor contar en sus filas con Cavani, un jugador de talla mundial, un goleador con el que difícilmente podríamos haber soñado, no solo en ésta época, si no en cualquiera de nuestra historia.

Por lo demás, poca historia tuvo el partido. Si acaso, elogios a Gattuso. Primero por no obcecarse en el 4-3-3 y repetir esquema que tan buen resultado, al menos en imagen, se dio frente al Madrid en Arabia. Y después por tomarse el partido muy en serio. Gattuso hizo hoy algo a lo que no estamos nada acostumbrados y que muchos siempre hemos demandado. Frente a rivales, en teoría, inferiores, sacar el equipo titular, resolver la eliminatoria y luego ya sestear y hacer los cambios que se crean necesarios. Pero todo con el partido resuelto, no al revés.

Y así fue. El Valencia, contra un Sporting muy flojo, resolvió por la vía rápida. Dos goles de Cavani y uno de un eléctrico Kluivert, definición espectacular la suya, finiquitó el partido a la media hora. La segunda parte ya fue un añadido que sirvió para que Lino volviera a marcar y dar minutos a los menos habituales y minutos de descanso a los habituales. Así es como se resuelve una eliminatoria de copa.

Amunt 4ever.


Peris

El gran Manolo Preciado va dir una vegada això de ‘ni antes éramos el Bayer Leverkusen ni ahora somos la última mierda que cagó Pilatos’. Doncs bé, si canviem l’orde de la cita, seria un dibuix perfecte del Valencia CF. Sembla clar que hi ha certa mutació en la manera d’ocupar el camp, que no de jugar. Per molt que es parle amb despreci d’un tiki-taka que no s’entén sense això que es reclama de correr i lluitar. Es torna a un debat equivocat, propi de qui no sap o no vol entendre el joc. Benvingut el canvi, condicionat pels resultats negatius i per vore les places europees massa lluny. I eixa mutació sembla haver vingut per a quedar-se. Una organització un poc més racional del terreny de joc i un regista com a inici de tot, Almeida, amb Yunus oferint el seu esforç. De Lato i el seu sacrifici pel col·lectiu ja està tot dit. O quasi. Jugant on no és la seua posició natural, adaptant-se a les circumstàncies i treballant sense alçar polseguera, ha adelantat a Vázquez en la rotació. Jesús ben bé podria mirar-se en l’espill de Toni per saber quin és el camí per poder ser allò que diuen que va a ser, un lateral superlatiu.

Gols són amors. I cridar-los com Cavani deuria ser llei. I com Cenk, que amb la seua sobrietat sembla llevar-li tota la corrent a un lloc electrificat, com és la defensa central. Per demanar més, la recuperació del fons d’armari. Els Hugos, Guillamón i Duro, principalment. Dilluns, a la fresca d’una nit d’hivern, altre capítol.

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