¿Adónde vamos? El equipo ha sufrido un descosido físico-táctico descomunal y la plantilla adolece de discrecionalidad actitudinal, derivando en una putrefacción intestina insostenible. Es un funámbulo que coquetea con el descenso, que camina hacia ninguna parte, haciendo de la valencianista la especie dominante del cangrejo doméstico. Lo cual ha llevado a la maltratada parroquia a desempolvar la calculadora de la salvación y estar ojo avizor las próximas jornadas, cual Levante de la vida.

¿Cómo hemos tragado con el socio errante? Ha hecho falta asomarse al precipicio y que el adventicio inglés se convierta en el aciago plusmarquista de nuestra historia, aguantando carros y carretas, para que el militante responsable para con su club despertara y se sublevara mediante pitopañolada -incipiente y poco atronadora- y el apócrifo sambenito del #veteya. La crítica, la desazón y la exigencia han sido más proactivas en los mentideros sociales que en el foro reivindicativo natural -el único en el que de verdad el aficionado que paga tiene sufragio asegurado-. El mensaje ha volado 12 mil kilómetros, sí, pero ya tarde para provocar una reacción que llegaría a destiempo respecto a los objetivos, cuando hubo viabilidad. La cual se ha esfumado por la vía rápida en esta torturadora travesía.

¿Qué esperamos de esta dirigencia? Presidenta pluriempleada cuya interacción pública se reduce a un encuadrado speech trimestral vestida a juego con los colores del club, mano derecha figurante -érase un hombre (de paja) a una sonrisa bonachona pegado, llueva o truene-, consejeros de cartón piedra -foto oficial y a cubrir expediente en las juntas-, director deportivo que hace la cobra en plena crisis -dónde quedó su rutilante tournée mediática-, y un director general que poco de director, y menos de general. Si el que posa en las presentaciones de fichajes se reúne con el entrenador mientras el director deportivo es comisionado a una asamblea de La Liga, nadie ejerce presión a la Federación en defensa de sus intereses cuando se siente perjudicado, todos los estamentos de la entidad enfatizan su indignación por el robo europeo a los juveniles pero no recurre a Apelación -quedando en pataleta/postureo-, el ridículo del vacío institucional en cada postpartido -ni siquiera el portavocillo de turno-, el sempiterno y camaleónico director de comunicación ordenando silencio a los jugadores y restringiendo sus ruedas de prensa y entrevistas, el míster amurallando la ciudad deportiva, ¿qué podemos esperar? De una directiva inmovilista y negligente ante los acontecimientos, que remienda algún siete -evitable por impericia- que otro sobre la marcha, escapista con los que le recibieron en olor de multitud mientras promociona chupi-hashtags, y de un máximo accionista al que vemos a través de un plasma en fecha señaladas y no en las duras, poquito ya. Bueno sí, que hayan aprendido algo de su primera experiencia futbolística y hagan propósito de enmienda, si quieren tener a la afición de su lado y no acabar, porfiados hasta las trancas, caminando en solitud. Proyecto es un concepto más serio de lo que nos está mostrando Meriton con sus leoninas decisiones. Proyecto es una palabra venida a menos desde hace unos meses.

¿Por qué el tema entrenador (destitución Neville/fichaje sustituto) se lo achacamos a Pitarch? Si la misma Layhoon dijo que es Peter quien pone y quita entrenadores. A ese botón del mando singapurense no tiene acceso nadie más. Otra cosa es que, asumiendo esto, Suso no tenga peso a la hora de confeccionar la plantilla de la temporada que viene y decida permanecer faltando a su propia palabra. Allá cada uno con su conciencia y el valor que dé a la dignidad del puesto que ocupa. Mi tregua con él caduca este verano. A pesar de los rumores, no sabemos si el mandamás estaba pensando en ponerle encima de la mesa a Gary una renovación de 2 años, pero venimos de alguien que le regaló 3 a Nuno sin llegar siquiera al ecuador de la temporada. Eso sí fue un hecho, y un síntoma de su instintivo proceder. Primer aviso.

¿Algún día aplicaremos el mismo rasero a los jugadores? Los chicos de Braulioneta son el cáncer de esta plantilla -siendo alguno puntal del Valencia de los 77-, mientras otros no sufren tal losa acusatoria vaya usted a saber por qué. Miren, la temporada está siendo una real mierda, en todos los sentidos, y no hay jugador de campo que salga vivo de esta quema. Esto solo nos da salvoconducto para atizar a las dianas predilectas de cada uno, aunque viciemos el tiro. Acertar acertaremos seguro, si es ello lo que se pretende o nos sirve de desfogue a nuestras fobias, pero la inercia nos arrastra de tal manera que acabamos desvirtuando los ataques personalizados.

¿Aprenderemos a canalizar el lícito descontento? Silbar a un jugador nada más pisar la hierba o cuando se dirige a lanzar un penalti, increpar al portero que ha rendido de forma sobresaliente tras regresar de una grave lesión no son el mejor ejemplo de aplicación eficiente de nuestros enfados. No solo no suma, sino que resta. Habiendo alternativas, merece jornada de reflexión.

¿Qué sucede en el apartado físico? Retahíla de lesiones aparte, en prácticamente todos los encuentros le ha faltado gasolina al conjunto, incluso jugadores tiesos a mitad de partido, fijando en el minuto 70 la autonomía de los futbolistas. “Ha sido la pretemporada con la previa de Champions”. Puede ser, tiene sentido. Pero no yéndonos muy lejos, el Athletic, que comenzó oficialmente su temporada a finales de julio con la primera de las dos previas de la Europa League, y sin tanta rotación en el cruce copero, no dio muestras de este hándicap en ningún momento. Sea como fuere, otra actividad pendiente en el próximo cuaderno de deberes estival.

¿Quién mete en cintura a la plantilla? Reconocida la problemática de la barrera idiomática, esto es que Gary es poco menos que un histrión incomprendido, la sintomatología indica que no hay nadie en ese vasto cuerpo técnico que enarbole la rectitud adecuada y aplique la mano dura que tanta falta le hace a esta panda de acomodados y desarmonizados con el club que representan. Sabedores que el técnico es el principal escudo en el que cobijarse, y una vez que este ha sido incapaz de materializar ese liderazgo que nos vendieron en su día para ganárselos para la causa, los jugadores hacen la guerra por su cuenta. Y en esa tesitura no hay meta conjurada, cada uno va por libre, se tira por el retrete la tan necesaria sinergia coral, provocando una descomposición del todo. Y ahí solo puede quedar la nada, la senda de la perdición. Que es lo que hace que el cuarto presupuesto de La Liga registre números, y propensión -que es lo alarmante-, de descenso. Solo queda rezar para que el ‘sálvese quien pueda’ no se haga viral en un ya de por sí depravado y huérfano vestuario.

¿Por qué tendemos a magnificar actuaciones no sobresalientes? En cuanto se avista una actuación que sobresale un milímetro de la raya mediocre se disparan los piropos. Y ojo con no subirte a ese carro de la generalidad. La sequía nos lleva a ensalzar rasgos como los que en un puñado de partidos nos ha mostrado Enzo, el cual permanece lejos de la inversión realizada -él no es responsable de lo pagado, sí del rendimiento acorde a las expectativas creadas-. El subcampeón del mundo todavía no ha conseguido plasmar ni un tercio de lo que hizo en Portugal, aquello que propició su fichaje. Que se haya convertido en el hombre-biela del mediocampo y el que más arrestos pone en el verde -vamos, un Javi Fuego mejorado- no le hace ese centrocampista casi de leyenda que estamos creando en nuestras mentes. Yo espero más, mucho más, del ‘15’. No ya tanto por el manido argumento del precio, que también, sino porque no me ha parecido tan determinante hasta el momento. Igualmente con Cheryshev, exigiendo que se compre en propiedad, cueste lo que cueste. Incluso a tarifa meritoniana. El hispano-ruso, del que asoma un compromiso incuestionable, ha dejado tres detalles contados y tres goles vitales, y algún partido gris también, por tanto no lo hemos podido valorar como corresponde para elevarlo a los altares. Que sea lo más potable de una descompensada izquierda atacante es una cosa, y ponerlo a la altura del Griezmann de la Real es otra. Un poco de mesura no vendría mal para no pasar de un extremo a otro en este atípico curso tan complicado de analizar.

Uno se pregunta… y termina por contestarse a sí mismo. Porque afuera no encuentra respuestas. No hay nadie. Ni nada.

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