Un artículo de @drakulVCF
Nos sorprende, y no nos gusta a la mayoría, el despido fulminante de Marcelino al frente del Valencia. Y no nos gusta incluso a los que tampoco nos gusta el fútbol que ha desplegado el Valencia a su mando. Cuanto menos, no parece el momento idóneo. No lo es porque ya ha empezado la temporada, porque no había urgencia en realizar ese despido y porque no se tenía atado a un entrenador con mas bagaje para tomar las riendas.
Dicho esto, que lo hemos podido leer y escuchar en cualquier medio de comunicación, vamos a analizar aquello que, a mi disgusto, no se ha puesto sobre el tapete. El twittero @aficionadoVCF usurpaba la posición de “informante” y nos regalaba ayer un vídeo tras el despido de García Toral del Villarreal en el que Fernando Roig decía que no permitía que hubiera un Villarreal dentro del Villarreal. Esa frase se parece demasiado a la acuñada en Valencia diciendo que había “un Valencia aquí y otro en Singapur”. Y aunque entiendo que es imposible saber las razones de Lim, porque este señor pasa absolutamente de la obligada vertiente “política” de un club de nuestro calado, Villarreal no estaba tan lejos para haber preguntado.
El entrenador asturiano solo entiende la gestión de su cargo desde la existencia de una guardia pretoriana que muera por él. Así ha sido en todas las gestiones del club. Por el Valencia negociaba su representante, revisaba a los jugadores su médico en Gijón, pretendía fichar a los jugadores que ya tuvo en el pasado, incluso se contrató como secretario técnico a Longoria, cuyo primer trabajo fue de empleado del representante del entrenador… En efecto, había creado un Valencia dentro del Valencia. Y esto ya lo intuimos en la gestión del vestuario. Su guardia pretoriana jugaba, unos con mas y otros con menos merecimiento, independientemente del rendimiento. Llamaba la atención los pocos errores que tuvo que cometer Nacho Vidal para salir del Valencia, sobretodo al ponerlos en comparación con los errores perdonados a Piccini. Y este es solo un ejemplo. Esa paciencia con los suyos, a veces ha tenido buenos resultados, como la explosión de Parejo pese a su mediocre primera parte de la temporada pasada y otras no tanto, como la vergonzante insistencia en las alineaciones de Vietto.
Es la ley del embudo. Si algún jugador ha manifestado un ligero descontento de puertas hacia afuera, llámale Maksimovic o llámale Zaza, ha terminado fuera del club. No ha se ha permitido la mas mínima disidencia al vestuario, mientras que el propio entrenador utilizaba las ruedas de prensa para manifestar su disconformidad con la propiedad del club. Marcelino ha estado haciendo lo que jamás le ha permitido a ninguno de sus jugadores. Esa incongruencia le ha llevado a criticar abiertamente a la propiedad por haber faltado al consenso al no fichar a Rafinha, cuya negociación llevó directamente el representante de Marcelino, y que finalmente acabó en Vigo. Cuando pretendes presionar a otra parte para un fichaje, no es consenso, es imposición.
Lim acertará o se equivocará, de hecho creo que en Valencia se ha equivocado demasiado, pero lo bien cierto es que tiene todo el derecho a fijar la estrategia de su empresa. Y cuando un mando intermedio, como es el entrenador, no está de acuerdo con la estrategia, debe marcharse. Y si ese desacuerdo se hace público, el mando intermedio debe ser cesado al momento, aunque ese momento, en este caso, no ha sido el mas afortunado para nadie.
Marcelino adiós y gracias Celades hola y toda la suerte del mundoAMUNT VALENCIA
Cuando pretendes presionar a otra parte para un fichaje, no es consenso, es imposición.
Cuando sientes algo como tuyo y te preocupa, te presentas en una rueda de prensa y salen a la luz tus emociones y sentimientos.
Cuando eres una vulgar marioneta del dueño, tiras la piedra y escondes la mano…no respondes a preguntas, presentas a un nuevo entrenador y te vas a comer y beber, que es lo que mejor se le da al presidente que nos imponen en el Valencia