El otro día escribí que se habían acabado los líos en el VCF. Me equivoqué, ingenuo de mi. No sé hasta qué punto el fichaje de Rodrigo Caio y las desavenencias que ha desatado es algo que podríamos llamar normal en cualquier empresa, o no, porque me faltan datos, pero no contaba con las ganas de lío que tenemos en valenciastán. Dando por supuesto que los medios han encontrado un filón en la presunta jugarreta de Mendes y Nuno a Salvo y Rufete, los aficionados, ávidos de la droga dura a que estamos acostumbrados, nos hemos tirado en plancha a discutir quiénes son los buenos y los malos de esta historia, e incluso a bajar del pedestal a unos u otros según la trinchera de cada uno. Y todo sin saber si había o no agua en la piscina, o sea, sin saber más que lo que cuentan unos y otros, o sea, con solo versiones más o menos interesadas. En fin, es normal, nos aburrimos sin fútbol, lo entiendo.
Pero lo que me ha tocado mucho los cojones han sido la ristra de emboscados que han celebrado con júbilo el lío y sacado las escopetas para empezar a disparar al bulto, a lo que se mueva, con el simple y único fin de acertar como sea a Amadeo Salvo y su entorno, al que odian profunda y ciegamente. A tal punto llega su desesperación por dañar como sea a Salvo que de pronto han comenzado a defender el trabajo de Rufete, de Rufete! al que habían atizado desde todos los puntos de vista posibles solo por verlo como escudero de su odiadísimo enemigo.
Son ellos, los conocemos todos. Los que durante el proceso de venta defendieron diversas opciones enfrentadas a las que defendió Salvo, los que se encuadraron en las filas ‘bankieras’ y lucharon desesperadamente por imponer a ‘los suyos’ a base de manipulación, mentiras y cuentos. Los que, final y afortunadamente, se vieron pisoteados, evidenciados y ridiculizados por la habilidad de Salvo para luchar en la jungla y someter a una jauría de fieras salvajes y hambrientas, y por la enorme paciencia de Lim para conseguir su propósito.
Desde entonces han estado rumiando su derrota y tragando bilis, predicando en el desierto de la marginalidad a la que les ha sometido no ya Salvo, sino la mayoría del valencianismo, hartos de sus maneras mafiosas. Y desde entonces han seguido disparando salvas de fogueo, intentando dañar como fuera la coraza de Salvo y Lim mientras aparentaban independencia y objetividad. Nadie les ha hecho ni puto caso, desde luego.
Y ahora han visto el cielo abierto, al fin tienen algo que echarse a la boca, un lío más o menos cierto y aprovechable. Y se han lanzado como hienas a soltar alguna verdad rodeada de las manipulaciones, mentiras y medias verdades habituales, en un intento de que al fin alguien les compre la moto sin fijarse más que en el color. Me ha recordado lo de las hipotecas subprime que desencadenaron la crisis económica, paquetes bien envueltos con productos financieros muy seguros bien a la vista, que en realidad escondían montones de hipotecas de dudoso cobro y lo convertían en un activo tóxico.
Y de ahí he llegado al paroxismo. Se me ha ocurrido la peregrina idea de auto nombrarme Agencia Calificadora de Opinión Valencianista, la ACOV, y otorgar la calificación de ‘Opinión Basura’ a todo lo que venga de los micrófonos amarillos, adyacentes y asimilados, por su largo historial de campañas interesadas, falsedades y activos tóxicos. No es que los demás medios pasen en realidad de un rating BBA-, pero los de los micros amarillos (y asimilados, insisto) son opiniones que solo puedes comprar sabiendo que hay un altísimo riesgo de que, entre alguna cosa más o menos cierta, te estén colando mentiras tóxicas y cuentos de improbable certeza destinados solo a timarte.
Y sí, diréis que quién coño soy yo para juzgar la opinión de los demás, pero tampoco sé quién narices son las agencias de Calificación de Riesgos para decir qué país es solvente o no. Así que, si ellos lo hacen, yo también. Y podéis creerme o no hacerme ni puto caso, lo dejo a vuestro criterio, pero mantendré mi calificación de Opinión Basura mientras detecte que a sus emisores solo les mueve el odio y el deseo de intoxicar para defender sus propios intereses.
Muy acertado.
Fíjense cómo son las cosas. Quién nos diría 11 años atrás que ver en un programa de TV a Amedeo Carboni o al ‘Bonico’ Ortí nos llenaría de tanto hastío y de tanta mala leche. Dos personas que fueron los iconos más representativos del pasado «reciente» más esplendoroso del Valencia CF, ahora en busca de protagonismo de programa en programa para sacar tajada de lo que parece ser el primer revuelo institucional de la era Lim, sin ningún miramiento y sin la más mínima consideración hacia la afición del Valencia, máxime habiendo sido figuras trascendentales de una etapa donde la luz mediterránea se sobrepuso al oscurantismo de la Meseta. ¿Y qué decir de los periodistas de aquí, babosos, arrastrados y amarillistas con más ganas de brega que de trabajar? No pienso nombrar a la triste parodia del micro amarillo, pues ése es un tema que está muy trillado y resulta absurdo, y el autor de este post bien les atiza ya con sus palabras. Pero la decepción que me he llevado con tipos como Alberto Santamaría, Nacho Cotino, Ortí como colaborador del programa, un tal Diego Picó, Héctor Esteban, etc… ¿De verdad estos tíos se hacen llamar periodistas serios, objetivos y profesionales? ¿Unos personajes que no se cortan ni un pelo a la hora de mostrar delante de la audiencia que lo que más les importa es si menganito y fulanito vendrán con más tralla en torno al asunto en su artículo del periódico de mañana y, lo más flipante de todo, entre risas que resultan dolorosas para el aficionado, como si estuvieran en una taberna? Por no nombrar el numerito lamentable del ‘jajajaja, a ver quién estará haciendo el paripé en la presentación de Caio, haciendo como si lo hubiesen seguido toda la temporada’, o ‘lo de Lay Hoon comiendo naranjas valencianas cuando era pequeña, eso es una chorrada’. No se trata de un despiste donde se han dejado los micros conectados, no; toda esta BASURA, esta agresión contra la dignidad y sensibilidad del aficionado preocupado estaba siendo emitida en directo y con las cámaras abiertas y bien enchufadas, dándoles igual que el que esté viendo el programa perciba que toda esa bufonada mediocre y amarillenta tiene más ánimo de crear malestar que informar, el morbo sensiblero y amarillo, la mayor bajeza a la que podría descender la dignidad y ética profesional de un periodista.
Por otra parte, debo añadir que las peores sospechas que estos elementos sostenían hace ya un año parecen estar cumpliéndose. Las tratarán de una manera u otra, más sucia, indigna y deleznable, sí; pero se están cumpliendo.
Quiero suponer que hablas de Sillas Gol, programa del que tengo referencias pero ni he visto nunca ni pienso ver, por principios. Quiero consumir información valencianista, rigurosa y amena si puede ser. Pero los amarillismos y vedetismos a imagen y semejanza de las mierdas que pergeña el nazional-madridismo se los pueden meter sus ideólogos por donde les quepan.
Gracias 😉
Así es, Sillas Gol. Un programa que empezó con buen pie y con un tono moderado y simpaticón que ha ido degenerando en lo que te he descrito en el comentario. Decepcionante lo que vi anoche en ese sarao, que ya estaba dejando muy que desear desde el último partido en Almería. Hay mucha mala pata y mala baba lo que se emite desde ese estudio.