Sergi Calvo
El partido “irrelevante” lo fue para todos menos para, vaya perogrullada, quien lo era:
-Un muy voluntarioso Ebro, que dio una lección de humildad y coraje y que incluso deportivamente tuvo las dos mejores oportunidades, sin ninguna duda, para poner en discusión la eliminatoria.
-Algunos jugadores que sí salieron a reivindicarse y con la cabeza en el día de hoy. Desgraciadamente con poca fortuna y luz en líneas generales.
-Y sobre todo la afición de Mestalla, siempre presente y con ganas de recibir algo del club, aunque a menudo sea la indiferencia su recompensa. Hoy, para algunos peques, el gol de Batsuhayi es su primero celebrado en Mestalla. Que nunca lo olviden, que celebren muchos más.
Y nada más que contar, el bagaje de la eliminatoria es un 1-2 muy justito y sufrido, contra un segunda B en estadio ajeno (La Romareda) y con un jugador menos por expulsión y un 1-0 también muy discreto, en casa y con dos clarísimas oportunidades aragonesas en primera y segunda parte.
Hoy el Valencia es una sombra en el sentido platónico del término, un líquido viscoso que ha fracasado en su cuajado. Ningún jugador es luz verdadera sino un reflejo borroso, una ficción de lo que fue. Ojalá al menos, aunque la percepción no es esa, los minutos de hoy hayan servido como entrenamiento de calidad para reencontrarse con la verdadera identidad.
Y desear, porque el Valencia es incapaz hoy en día de combatir contra nadie, que el bombo nos depare un rival “asequible” para darle al tiempo una última oportunidad de salir, por fin, de la cueva… Aunque la esperanza está ya bajo mínimos.
Jomi Lavarías
Poca historia tuvo anoche el partido de vuelta contra el Ebro en copa. O igual sí la tuvo. Porque los que esperábamos ver un Valencia con hambre y ganas de dar un buen espectáculo para mejorar la imagen ofrecida en los últimos encuenttros nos volvimos a llevar una tremenda decepción. Una nueva demostración de que este equipo no está para nada. Esta vez ante un rival de 2ª B, de los de la parte baja de la clasificación, para mas inri. Ni intensidad ni ritmo. Indolencia máxima.
Si la primera mitad en el Bernabéu fue infame, la de ayer hizo que aquella pareciera una de las mejores de la historia. Ni un remate a palos. Y estamos hablando de un equipo todavía champions, eh? Es más, la única ocasión la tuvieron los aragoneses a través de un zapatazo desde fuera del área que hizo que Jaume tuviera que emplearse a fondo para sacarla a córner. Los futbolistas que se supone que debían haberse batido el cobre para hacer cambiar de opinión al entrenador y que les dé más minutos, se pasearon cómodamente por el césped de Mestalla, salvo honrosas excepciones como Kangin Lee (es joven para cederlo, dice Marcelino. O sea que aún debe cumplir algún año más, después cederlo y regresar. Con suerte, cuando tenga 30 años lo veremos en el Valencia. Si alguna vez juega aquí, claro) o Racic (sigo sin entender cómo sigue muriéndose de asco en 2ª B). Los demás ni siquiera saltaron al campo. La pareja de delanteros… qué decir de ellos. Fracaso de la dirección deportiva por apostar por dos jugadores que no van a dar el nivel.
Al menos en la segunda salieron con algo más de ganas. Gracias, chicos, por el esfuerzo. Se marcó un gol y se aprovechó el bajón físico del Ebro, lógico por otra parte. Pero claro, como este equipo lleva en el ADN el acomodamiento se les llegó a dar incluso un poco más de vida y pasaron a dominarte, llegando a tener una clarísima oportunidad en el 78, que de haberla transformado nos los habrían puesto de corbata. Al final, un triste 1-0 y para casa.
El crédito de Marcelino está más que agotado. Ayer era el partido idóneo para hacer probaturas en el sistema. No se hizo. La cosa va a seguir igual. O peor. Yo doy ya la temporada por perdida aunque aún se esté a tiempo de todo. Pero no, no lo veo, no.
Amunt.
Ilustración del artículo vía valenciacf.com