Jomi Lavarías

Empieza el año 2019 no ganando, qué novedad. Ni tan siquiera hemos empatado. Derrota dolorosa, por la imagen preocupante dada y que invita muy poco al optimismo. Esta temporada es la temporada de los puntos de no inflexión. Creíamos que el partido del Huesca era el punto de inflexión definitivo de todos los ya vividos. Pues no. Otro punto de inflexión al limbo.

El Valencia está donde está porque no hace goles y encaja pocos. La consecuencia son los empates cosechados en toda la temporada. Hoy, que sales con más defensas que nunca, encajas más que nunca en esta liga y por supuesto, sigues sin hacer goles. La consecuencia es una derrota que, si bien las alarmas están disparadas hace tiempo, hace que esa última lucecita roja que faltaba por encenderse se haya puesto en marcha.

El Alavés remonta un partido al Valencia a base de empuje, pelotazos arriba y centros laterales. No hemos sabido defender ni uno de ellos. En la primera parte, dos córners dos goles, y en la segunda parte, un centro lateral a poco de comenzar a punto ha estado de ser el 3-1. Mientras tanto el Valencia, aparte el gol de Parejo, ha dispuesto de una clarísima ocasión para hacer el 1-2 por parte de Rodrigo instantes antes del gol ganador para los vitorianos. Ocasiones así jamás deben desaprovecharse.

La segunda mitad ha sido fiel reflejo de la imagen que transmite este equipo. Ineficacia, incapacidad, tristeza, fútbol desangelado…. eso es el Valencia ahora, un equipo impotente. En estos segundos 45 minutos de ocasiones ni hablar. Posesión infructuosa. Tan solo un mano a mano de Batshuayi, definido de manera infantil por un jugador (se supone) de élite. Segunda mitad aderezada por unos cambios inexplicables de Marcelino, imagino que entendidos solo por él y Rubén Uría. Y perdiendo no ha sido capaz de agotar los tres cambios. Muy complicado de entender.

Triste.

Amunt!


 

jamacuco

Nuevo año, viejos vicios.

La vida sigue igual, y eso significa que el VCF sigue sin carburar y dando, una vez más, claros síntomas de agotamiento mental. A pesar del cambio de sistema a un 5-3-2 el equipo vuelve a pecar de los mismos defectos: falta de contundencia en ambas áreas y falta de espíritu competitivo real, porque si lo hicieran no mostrarían esas lagunas defensivas y falta de tensión que han costado dos goles en acciones típicas del rival. Y no es la primera vez que ocurre. Que los jugadores no están dando la talla, y varios están mostrando claramente que no son top, es palpable, pero no se les puede negar su actitud individual. Más bien es al contrario, los jugadores quieren pero nadie les está indicando cuál es el camino para ganar los partidos. Y eso al final les merma mentalmente, les carcome el fuero interno, que a buen seguro un buen puñado de ellos sigue teniendo.

El entrenador y parte del entorno achaca la falta de resultados al estado de forma de los delanteros. Creo que va más allá; el equipo ha acabado jugando con 4 delanteros pero apenas ha chutado a puerta un par de veces. Lentitud, falta de ideas hasta el aburrimiento, falta de inteligencia al marcar lo tempos del partido, dejarse llevar por cierta indolencia, falta de espíritu de victoria…. Vamos, lo de siempre. Ahí reside el problema, más bien, problemón.

El equipo está bloqueado, resignado a su suerte, ahogado en sus propias contradicciones (@asientomestalla dixit). A Marcelino se le ha atragantado ese suculento manjar navideño que la ruleta de la fortuna de la vida le puso en bandeja la temporada pasada. Y destaco lo de temporada pasada, pues el año 2018 ha ido de mal en peor desde el pasado mes de enero, cosa que poca gente destaca y creo que es donde reside el germen de lo que hoy tenemos. Quién sabe si fruto de la soberbia; o bien del miedo a perder lo conseguido; o al aflorar sus grandes lagunas tácticas… no lo sé. Pero Marcelino ha deformado un equipo alegre, vivo y con punch, en un colectivo mortecino y sin alma que muestra cierta indolencia en el juego colectivo y medroso ante rivales y árbitros. El equipo es la imagen de un entrenador perdedor henchido de autoexcusas y bendecido por unos directivos temerosos del entorno y del mundo del fútbol que no suele perdonar las medias tintas.

Marcelino ha sucumbido al mal de altura que le dio el año pasado. Hay gente que asume bien los galones mientras que a otros los transforma. El entrenador/manager vive en una realidad paralela como demuestra en sus cada mes más ácidas ruedas de prensa, llena de excusas ad hoc para sus intereses (hoy ha sido el terreno de juego), cuando él y sólo él ha marcado la composición de la plantilla y su funcionamiento y preparación física o táctica. Le han dado barra libre para fichar como nunca lo ha hecho el club y ahora desconfía de la mayoría de sus nuevas contrataciones. Le han dejado establecer calendario de preparación en pretemporada, o de configuración del cuerpo médico. Además la gestión de las rotaciones, el empecinamiento en ciertos jugadores y ciertas posiciones, o la ausencia de liderazgos dentro y fuera del banquillo son claros agujeros negros en su omnímodo poder. Y ahí reside la gran contradicción….¿quién decide la destitución basada en aspectos deportivos cuando ha sido el propio entrenador/manager el que lo ha organizado todo?  Pero la realidad es incontestable, el VCF ha dejado de competir desde hace varios meses y los paños calientes y balones fuera de Marcelino no valen de nada.

Es momento de decisiones. Mateu Alemany tiene que tener el temple suficiente para hacerlo. Si sigue Marcelino han de buscar cómo buscar la revulsión interna de forma inmediata. Si no sigue, cuanto antes tomen la decisión y con mercado invernal abierto, mejor será.

Amunt


 

Hoeman

Estem tots decebuts amb el partit del València, que quan les coses ixen mal pareix que a soles cal esperar, de tant en quant, l´épica. I axí no pot ser. Primers minuts del València molt il.lusionants, amb Parejo marcant el ritme e inclús anotant de falta, però una perdua absurda més (i en aquest encontre ha tingut unes quantes), amb els jugadors en posicions avanzades, ha suposat la contra de l´Alabès i posterior córner que acaba en gol. Després del gol el València desapareix i queda a disposició del adversari. La guinda és el gol en el descompte, novament tras llançament de córner pels bascos. En la segona part han sigut incapaços de fer res coherent, no s´atrevien a llançar a porta. Marcelino una altra vegada es mostra incapaç de cambiar el rumb i el seus canvis pareixen, desde fora, arbitraris, en funció de la mania que li tinga a determinat jugador (o si l´ha fet la creu o no). De veres no podia haver tret a Kangin? O tenia por de que fera uns bons minuts que li obligasen a tindre´l en compte? Hui, tot negre.


 

 

Ilustración del artículo vía valenciacf.com

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