Ayer viví por primera vez un partido del VCF de otra forma. Unas casualidades me llevaron a ser invitado de un patrocinador UEFA, en plan experiencia VIP. Así disfruté una vez más de la tremenda fuerza icónica que transmite Mestalla desde la hierba, esta vez aumentada la sensación con toda la parafernalia prepartido, los jugadores calentando y las gradas poblándose bajo una incesante lluvia que puso a prueba el maravilloso y cuidadísimo césped del campo. El murciélago impone y cuando ruge mucho más.
Sin embargo pude comprobar que las tripas de Mestalla están para pocos trotes. Achaques de una longeva edad que la rutina como socio/abonado/asistente a mi localidad durante tantos años te impide apreciar en su totalidad. Desgraciadamente nuestro campo no está preparado para ese tornado llamado «fútbol moderno» con sus sponsors, invitados, UEFA lounge en una carpa, massmedia de múltiples países, seguridad a tope, azafatas y azafatos, empresarios de multinacionales coreanas que te preguntan por Kang In y le hacen miles de fotos viéndole calentar, tropecientas cámaras y micrófonos hipertecnificados siendo controlados por una veintena de profesionales trabajando en un zulo, aseos escasos y masificados, pasillos y salas para agasajos en condiciones precarias en los que aparecen goteras (en algunos casos cascadas), apretujones «estilo mascletà» cuando circulas por las diferentes zonas…. Habrá gente que no le dé importancia a estas cosas. Incluso que le produzcan urticaria. «Tonterías, moñerías, el fútbol no es ir a la ópera…» dirán. Pero ayss… «poderoso caballero es don dinero» y sin él, este circo montado y que tanto nos atrae, no existiría. Y ya se sabe, quien paga, manda, aunque a nosotros nos siga convenciéndonos más el abrazo del compañero en la celebración de los goles, oler a hierba recién cortada o que nos salpique el barro después de una entrada criminal.
Estas últimas semanas ha vuelto a la actualidad la espinita clavada que tenemos del Nou Mestalla, con la venta (o intención de) de la parcela del actual estadio, y todo el complejo proceso que conlleva. No sé si ésta será la buena o al final volveremos donde estábamos. Lo que sí que parece claro es que de una forma u otra hay que concluir lo que será nuestra nueva casa, dada la imposibilidad legal, y también desde la perspectiva económica y de equilibrio patrimonial de la S.A.D, de reconstruir el actual Mestalla y deshacernos de lo de Corts Valencianes. Que la operación del cambio de estadio fue diseñada con los pies, a día de hoy lo sabemos todos y cualquier posible beneficio económico que pudiera haberse dado se lo ha tragado los intereses pagados durante tantos años. Lo bien cierto es que hay que poner en valor lo actualmente invertido (aproximadamente unos 150M de €) y desatascar la situación. Cuanto antes, mejor, y convertir esta circunstancia en una oportunidad. Oportunidad que se plasme en un maravilloso museo y centro de documentación, en unos espacios y servicios para abonados e invitados dignos y diversos, en comodidades para poder disfrutar de nuestra nueva casa como un sitio más de encuentro en nuestra ciudad y no sólo en los días de partido del primer equipo. Si además podemos trasladar la belleza y presión que transmite nuestra actual grada, mejor todavía. Esto será trabajo de todos.
El valencianismo, aunque nos duela en nuestros sentimientos más profundos y tendamos al inmovilismo de unos muros en los que hemos vivido el beso del murciélago, debe estar unido en ese tránsito hacia nuestro nuevo hogar para que, en el menor tiempo posible, lo hagamos tan querido por nosotros como temido para los contrarios. La realidad nos impone que en un futuro, casi presente, el mejor lugar para el Viejo Mestalla sea en nuestro recuerdo.
PD. Ah, sí. El partido!!!. Baño y masaje para el VCF ante un pobre (otra vez) Villarreal que demostró que está donde está: en el filo de la segunda división. Ahora a por el Arsenal!!
Amunt València!!