Lobo

18.40 h. Recíen llegado de Mestalla. Escribo ya, en caliente, impulsivamente y sin pensar, porque quiero decir lo que siento y como lo siento, desde las entrañas, sin meditar en lo que opinarán de mi los que lo lean, sin pretender ser correcto. Solo lo que siento.

A mi no me habléis de mala suerte. Que no, que el equipo tiene lo que merece. Ante un VALL triste, inocente y limitadísimo, el peor rival que ha pasado por Mestalla sin duda y candidato firme a perder la categoría, el VCF no puede empatar. No me vale ninguna excusa, no vale remitirse al infortunio, a desdichas bíblicas, no me vale. Las jugadores están agarrotados, seguro, pero la enorme falta de inteligencia que veo sobre el campo es tan dolorosa que me está costando la salud. Ni he podido ver el final, mi corazón no puede aguantar tanta mierda. Eso en el césped, pero además yo, que soy marcelinista, hoy, precisamente hoy, estoy muy enfadado con Marcelino por poner y mantener jugadores sobre el campo más tontos que un bote, incapaces de pensar antes de decidir, que siempre eligen mal, jugadores que en algunos casos ha pedido él y supongo que quiere que de una vez demuestren que no se equivocó. Pero sí, y mucho. Y no me vale lo que ha dicho en rueda de prensa tirándose el moco de que la plantilla está con él porque Parejo, ay, haya ido a dedicarle su gol. Vamos, si Parejo no le está agradecido por ponerle siempre, pese a todo, y taparle cuando se borró descaradamente, pues no sé quién lo va a estar. No jodas, no nos tomes por tontos Marce.

Parejo. El capitán que hay hecho un gran partido, os van a decir, pero que en realidad ha jugado a placer, sin presión, sin agobios, solo ante un medio campo rival inexistente, y aún así no hay hecho más que pasar el balón de un lado a otro porque no da pa más. Y sí, ha marcado, aleluya, y luego ha hecho dos parejadas dignas de sanción que han costado una falta en el borde del área que acabó en el empate. No me vengáis con historias, yo no me siento obligado a hablar bien de él como parece preceptivo para todos a nada que hace algo medianamente reseñable, y digo que el cerebro del VCF es un descerebrado, un estúpido que no nota la presión ni está agarrotado nunca porque es como Patricio, ni siente ni padece, no se entera de nada.

Y así nos va, con el técnico queriendo tapar sus errores, los jugadores, salvo Gayá y Paulista imperiales, agarrotados pero también sin una pizca de inteligencia, carácter ganador y competivividad. Y de empate en empate como mal menor. La verdad, estoy hasta las narices de excusas, de mala suerte, presuntas maldiciones y gafes. Lo que pasa está a la vista de todos, solo hay que querer verlo.

Y ya está, eso es lo que pienso, sin filtros, bienquedas ni postureos, la verdad. Mi verdad. Aunque nadie más esté de acuerdo conmigo, me da igual.


 

Jomi Lavarías

Fito (que así llamamos a un vecino de localidad por su gran parecido con el cantante) ha llegado hoy con el partido comenzado y tan colocado como siempre. Tanto que hoy se equivocaba hasta de fila para llegar a su asiento. Y me ha dado por pensar que igual esta temporada tan mierdosa que todos vemos, a través de sus vidriosos ojos puede ser todo lo contrario. Igual, solo igual, cuando ve a Piccini en realidad está viendo al gran Cafú en sus mejores años. O en lugar del errático Cheryshev ve a Vicente galopando y superando rivales por la banda. O incluso ha visto a Mendieta lanzando un penalti de manera perfecta y no a Rodrigo tirándolo de manera infantil. Pero lo cierto es que la temporada está siendo lo nunca visto.

Primera mitad triste, jugando muy lento, sin ideas, sin identidad, con los jugadores moviéndose casi por inercia, pero sin sentido. Solo una ocasión, clarísima eso sí, de esas que no debes fallar. Hasta Fito debe haber visto eso. El Valladolid ni apareció. Pero la sensación que me transmitía el partido es que como los pucelanos se hicieran el ánimo se llevaban los puntos.

En la segunda mitad Parejo se echó el equipo a la espalda. Jugó e hizo jugar. Y corría y peleaba todos los balones. Enorme el capitán. Y el equipo se contagió. Ganas de agradar y ganar. Incluso el penalti sirvió de espoleta y el equipo se vino arriba. Y marcó un golazo, entre multitud de ocasiones falladas, alguna incomprensible. Y todo hacía prever que al fin íbamos a ganar y convenciendo. A todo esto, el Valladolid seguía sin aparecer. E igual Fito, a través de sus ojos vidriosos, por una vez veía la realidad.

Pero no. Y no. Otra vez no. El rival te empata sin tener ni una sola ocasión de gol. Una falta impecablemente lanzada al ángulo nos vuelve a privar de una más que merecida victoria. Y ya estamos otra vez, otro empate y el mal sabor de boca. Solo hemos dejado de puntuar en 4 de 19 partidos. Increíble que estemos donde estemos.

Así lo he visto hoy. No sé si Fito lo habrá visto igual. O igual no, solo él lo sabe.

Amunt!


 

Sergi Calvo

Vayamos por partes:

No niego que soy, en términos millenials, lo que se dice un “hater” de Parejo. Lo confieso, es seguramente el jugador al que más inquina tengo de mi modestamente larga trayectoria de socio ché. No obstante, hay que decirlo, hoy Parejo ha sido el mejor jugador del equipo, asumiendo galones en el centro del campo y con unos movimientos verticales que han desnivelado la balanza. Si es así, se dice, y punto. Nada de sacar pecho tampoco ahora desde el otro lado de la trinchera: la pérdida absurda que provoca la falta de Coquelin en la recuperación y el gol del empate es también de nuestro capitán… Calma.

Miren, soy socio del Valencia desde antes del nacimiento de Parejo y seguramente, si Dios quiere, muchos años después de que se marche del club. Pasan jugadores y dirigentes, yo, lo que soy, es del Valencia.

Dicho este primer apunte, sigamos:

Jugó bien el Valencia, de una manera sorprendente de hecho: sin alardes pasionales ni apelando a ninguna heroica, con una tranquilidad inesperada, como si la situación fuera otra bien diferente a la que dictan las circunstancias. El único pero que no debe pasarnos desapercibidos es que el Valencia juega muy bien, compro, pero es demasiado “académico” y previsible lo que hace que los partidos caigan en cierta monotonía y que los rivales no tengan excesivos problemas en defendernos ante lo previsible por de manual de nuestras acciones de ataque.

Fríamente, en el otro lado del análisis, cabría decir que el guión de la tragedia se repitió una vez más: adelantarse en el marcador para que luego, el fantasma monstruoso se encargue de darnos con el mazo del empate inmerecido. Es cierto, pero esta vez hubo algunos cambios escénicos que dieron cierta ilusión a la grada: El gol inicial, algo tardío y la sensación de liberación que produjo parecían, hoy, sólidas… Nada, el bucle eterno, melancólico, dramático: Neto no tocó hoy el balón, el escuadrazo pucelano es de esos de uno entre mil.

Algunos matices, mismo destino.

Acabar con la más importante reflexión: Hoy Mestalla estuvo imperial. Entendámonos, no fue el coliseo valencianí ninguna caldera a presión, ello hubiera sido algo artificial y forzado. No, Mestalla estuvo atento al partido, sufrió y acompañó hasta el final a los suyos y es más, en el peor de los escenarios, tras el penalti fallado, levantó a los jugadores y, es obvio, que su apoyo fue determinante para soñar, al menos unos minutos.

Un Mestalla que esta temporada está a una altura estratosférica, ejemplo y praxis de una afición centenaria y que puede presumir de ser, esquizofrénica y cainita, pero, en ocasiones, como la de hoy, la mejor del universo.

El drama continúa. No hay manera, es desesperante.

De ésta salimos

o inmortales

o no salimos.

Pd. Ignoro cual, pero un revulsivo es urgente.


 

Ilustración del artículo vía valenciacf.com

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