jamacuco

Buen partido en Mestalla con un VCF que apenas dio opción a los alavesistas de meterse en el encuentro. En pleno ambiente fallero y con el colchón de puntos sobre el 5º podía pensarse en cierta relajación. Nada de eso. El VCF volvió a mostrarse firme y contundente en ambas áreas, y esta vez también en el centro del campo, controlando el partido en todo momento y que, con un poco más de acierto en los pases finales, hubiera supuesta una goleada fácil.

Si la semana pasada fue un golpe sobre la mesa en casa del Sevilla, golpe para distanciarse en la clasificación y para anunciar a propios y extraños el camino  a seguir en las próximas temporadas, lo de hoy en Mestalla lo llamaría (si fuera una peli) «aprendiendo a ganar a lo grande». Dicen que con el escudo no se ganan los partidos (y mal haríamos si pensáramos así); sin embargo hay días a lo largo de la liga que sabes que o lo haces muy bien, rozando la perfección, o difícilmente te embuchacas los 3 puntos. Pues bien, el Alavés ha salido con esa actitud y el VCF ha ejercido, como le toca, de equipo que sabe lo que quiere y que va a ganar, salgan mejor o peor las cosas. Puede que sea una tontería cinematográfica lo que acabo de expresar, pero en cierto modo me ha parecido oír un «click» en el entorno que indica que vamos a por todas. Y ese «click» no señala otra cosa que los jugadores creen en lo que hacen, que empieza a cuajar el grupo y el proyecto; que Marcelino cree en sus jugadores y el club apoya y ayuda a su entrenador (casi diría manager); que la afición cree en el equipo porque ve que está dándolo todo y va a por más… En definitiva, que creo que el VCF ha vuelto para competir. Recuerdo las palabra de Alemany, hace casi un año, recalcando que uno de los puntos primordiales era poner un listón de exigencia a la altura que merece esta entidad que cumple 99 años. Ojalá se siga profundizando por esta vía, porque iremos bien encaminados.

Destacar a algún jugador es absurdo en el partido de hoy. Todos han estado a gran nivel, hasta el último minuto. De todas maneras habría que resaltar la jugada del primer gol, una combinación entre varios que termina de forma espléndida Rodrigo. Si hubiera sido realizada en otras coordenadas geográficas y con jugadores que tienen marca de calzoncillos, a buen seguro abriría telediarios y sería tema de sesudos debates.

También ha sido muy agradable el gran ambiente en Mestalla, con mucha gente poco habitual, niños y jóvenes, y bastantes turistas, que a buen seguro se habrán llevado un gran sabor de boca de la experiencia de un partido en vivo. Y la parroquia habitual, sonriente, y no sólo por las fallas. Con la Champions casi en el bolsillo, sabemos que vamos a disfrutar este final de temporada buscando la mejor clasificación posible.


Hoeman

El ambiente era festivo antes de comenzar el partido, un Mestalla repleto de niños, aprovechando que muchos adultos estaban en plenas celebraciones de Fallas, inundaron el campo de una ilusión de la que sólo son capaces de irradiar esos niños, contagiando a los adolescentes y adultos en derredor, y casi diría a los jugadores del Valencia. Fue emocionante el encuentro, y tan plácido que en ningún momento vimos peligrar la victoria. Salvo algunos errores y despistes puntuales -el eslabón defensivo más débil en esta ocasión fue Gayá-, los futbolistas respondieron a las maravillas. Impresionó ver a Kondogbia abarcando todo el campo, todos los balones, con los adversarios temerosos de hacerle falta, ya que sabían que serían los damnificados, como así ocurrió en las contadas ocasiones. Fue gracioso ver como tras la infracción se quedaban en el suelo como si se hubieran golpeado contra un bloque de hormigón mientras King Kond se levantaba con una elegancia que ya hubiera querido para sí Humphrey Bogart. Rodrigo volvió a ser determinante, decisivo, pornográfico; cada vez que la pelota pasaba por sus pies el mundo se paraba: “¡atención, obra de arte!” susurraban las ninfas desde el Turia; el primer gol fue la conclusión lógica a una jugada colectiva que debe ser tratada como obra maestra. Y más allá de su pausa o de su técnica, Rodrigo volvió a sorprender por su suprema inteligencia: supo en todo momento que es lo que convino más a su equipo; ya fuera en forma de desmarque -las más-, ayudando a organizar y asistir -las menos- o haciendo daño cayendo a banda -segunda parte-. Mestalla rindió pleitesía por su partido empero especialmente por su infatigable trabajo silencioso: Rodrigo es un ejemplo para cualquiera de nosotros: las cosas no podrán salir como nos gustaría, sólo podemos hacer lo que esté en nuestra mano para cambiarlas. La sentida emoción del futbolista (¡por fin reconocido!) al ser sustituido heló la sangre de quien escribe esto. Que Mestalla es un feudo distinto se sabe por los aplausos que reciben las recuperaciones claves, mucho más valoradas que cualquier floritura individual: lo primero es la actitud. Kondogbia y Carlos Soler pueden dar fe de ello. Y por eso gusta tanto Zaza, que volvió por sus fueros, no sólo por el gol, sino por la intencionalidad de todas sus acciones. Turno para Parejo, crecido por el reconocimiento a su rendimiento en forma de convocatoria para la selección; ofreció lecciones magistrales en el pase, especialmente en la primera parte, combinando en corto y en largo y asociándose a las mil maravillas con el negro. A balón parado, cuando levanta un brazo antes del golpeo sabes que va a ir dirigido al primer palo, si son dos hacia el centro del área, si no levanta ningún brazo al segundo palo. El segundo del Valencia se produjo tras un soberbio lanzamiento de Parejo dirigido al primer palo, a pesar de que no llegó el primer destinatario, la rosca imprimida facilitó que el creyente Zaza siguiera en la senda del gol. Parejo se llevó también una gran ovación al ser sustituido. Es injusto obviar al resto de partícipes del partido más plácido de la temporada: porque Montoya estuvo sensacional en ataque y también en defensa; las diagonales interiores de Guedes fueron un martirio para el Alavés; Soler sigue creciendo a partir de una labor oscura y secundaria que le ayudará a entender (todavía) mejor el juego; la dupla Garay-Paulista no tuvo ni un solo error; Paulista con Murillo, salvo en los primeros instantes de la segunda mitad, también rayaron a gran altura; Neto tuvo intervenciones decisivas y volvió a mostrar sus cualidades en el golpeo en largo; Gayà ofreció constantes incorporaciones ofensivas y sólo falló en alguna acción defensiva individual, una de las cuales dio pie al gol.

Etcétera, etcétera.


Ilustración del artículo vía valenciacf.com

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